Presidenta de Brasil festeja un año de gobierno con un 72% de popularidad

La mandataria brasileña supera la marca lograda por su antecesor Lula da Silva en el mismo período de tiempo.




La Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, festejará el 1 de enero su primer año de gobierno con un índice de popularidad del 72%, superior al logrado en la misma época por su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, reveló una encuesta divulgada hoy por la Confederación Nacional de la Industria.

El sondeo realizado por el Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (Ibope, privado) reveló además que Rousseff también supera a Lula en la evaluación del desempeño de su gobierno, considerado como "excelente" o "bueno" por el 56% de los entrevistados, frente al 41% logrado por Lula en 2003, su primer año en la Presidencia.

Según el Ibope, que entrevistó a 2.002 personas en 142 municipios de todo el país entre el 2 y el 5 de diciembre pasados, Rousseff disfruta también de la confianza del 68% de los brasileños, un índice similar al 69% obtenido por Lula en 2003.

Los elevados índices de popularidad de la mandataria, quien cumplió 64 años de edad este miércoles, fueron detectados al final de un año turbulento, en el que Rousseff enfrentó las renuncias de siete ministros, seis de ellos acusados de corrupción.

Además, la gobernante brasileña debió elaborar una estrategia para enfrentar la crisis financiera internacional que hará que el crecimiento económico de Brasil en 2011, inicialmente previsto para alcanzar un cinco por ciento, cierre el año en torno al tres por ciento.

Hoy dijo a la prensa que, "al contrario de lo que se imagina", el principal problema que enfrentó en su primer año de mandato no fue la salida masiva de ministros, sino la gestión de la economía.

"Lo más difícil no fue esto (la crisis de gabinete). Lo más difícil fue el tema económico. El problema social es difícil, pero hoy tenemos capacidad y crecimiento para superarlo", expresó Rousseff, según relataron participantes del encuentro.

Al mismo tiempo, enfatizó que su gobierno tiene "tolerancia cero" frente a irregularidades, y no aceptará "ninguna práctica inapropiada de corrupción".

Además, dejó en claro que desea "profesionalizar" la administración pública y preservarla de las influencias políticas de la amplia coalición de partidos aliados: "Ningún país del mundo logró dar saltos de desarrollo sin que el Estado sufriera una reforma".

"Yo, cada vez más, exigiré que los criterios de gobernanza del gobierno sean internos del gobierno, y que ningún partido político interfiera", agregó.

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