Protagonistas de la historia de Rush hablan de los 40 años de la mayor banda de culto del rock
Este 29 de julio, el grupo festejará cuatro décadas desde la formación de su elenco definitivo.
Julio de 1974. Rush acababa de publicar su disco homónimo, habían logrado firmar con un sello en Estados Unidos y por fin se iban de gira a ese país. Pero John Rutsey, el baterista, dejaba la banda por problemas de salud. Entonces Geddy Lee y Alex Lifeson, viejos camaradas de Toronto, decidieron audicionar a Neil Peart, un joven desgarbado de la zona, amante de los libros y con pinta absoluta de nerd. Lee, el bajista, pensó que Peart era algo tonto, pero cuando éste comenzó a tocar su batería, quedó mudo. "¡Tocaba como Keith Moon y John Bonham al mismo tiempo!", recuerda Lifeson en el elogiado documental sobre la banda canadiense Beyond the lighted stage (2010).
Peart se unió a Rush el 29 de julio de 1974, sólo dos semanas antes del inicio del primer tour estadounidense, como teloneros de Uriah Heep. De este hito han transcurrido nada menos que 40 años; cuatro décadas con la misma formación, 19 títulos de estudio, una fanaticada militante y 40 millones de álbumes vendidos, sólo por debajo de The Beatles y The Rolling Stones en discos consecutivos de oro y platino.
No cualquiera puede contar esta gesta. Sobre todo para un conjunto que ha facturado su reputación desde el culto, nunca desde la masividad ni la condescendencia con la prensa, pese a que igual puede jactarse de repletar estadios de fútbol y servir de faro para generaciones completas de instrumentistas.
NI LINDOS NI FEOS
Pero el camino no fue fácil. En un comienzo, los críticos destruyeron a la banda, especialmente por la aguda voz de Lee, lo poco "ondero" de sus integrantes y la temática futurista/existencialista de las letras de Peart. Desde el inicio, Rush estuvo fuera del mainstream musical porque su obra era difícil de clasificar y digerir: ¿Rock progresivo?, ¿hard rock?, ¿heavy metal?, ¿todas las anteriores?
Donna Halper trabajaba en esa época como directora musical de una radio de Cleveland y recuerda cómo descubrió y lanzó a Rush al estrellato, cuando aún eran desconocidos. "Nunca soñé que la banda sería tan popular. La gente de Cleveland amó la canción Working man porque se sintieron identificados. La letra decía: 'No tengo tiempo para vivir, porque estoy trabajando todo el tiempo'. La gran sorpresa para mí es que, después de 40 años, Geddy, Neil y Alex siguen siendo amigos. Hoy Rush es una banda reconocida y respetada. Por eso ingresaron al Rock and Roll Hall of Fame el año pasado", dice Halper a La Tercera.
Max Mobley, autor del último libro en torno a los norteamericanos -Rush FAQ: All that's left to know about rock's greatest power trio- y uno de sus mayores biógrafos, agrega que la trascendencia del grupo está por otro costado: "Sus miembros no son lo suficientemente guapos para estar en la portada de sus propios álbumes, ni son lo suficientemente feos como para ser considerados fuera de la ley-cool, como un Ramone o un Sex Pistol. Lee, Lifeson y Peart son los antihéroes finales. Por eso no han sido portada de la Rolling Stone. Pero para quienes aman la buena música, Rush es un grupo impresionante".
De hecho, acota que el trío se escapa al molde de rock tradicional que la crítica ha estandarizado por décadas. "Ellos no exudan sex appeal, no son artistas melancólicos persiguiendo a los demonios. Son sólo tres chicos normales que son también músicos y compositores increíbles. No son famosos, algo que la prensa del rock parece admirar estos días", dice el escritor.
Tras sus inicios, Rush abandonó pronto la factura zeppeliana de sus primeros dos discos para adentrarse en obras conceptuales como 2112 (1976) -su primer gran éxito- y Hemispheres (1978); para luego cambiar de estilo con Permanent waves (1980) y Moving pictures (1981); este último, su disco definitivo, que recrearon en el Time Machine Tour que los trajo al Estadio Nacional en 2010. Su versatilidad y la experimentación con new wave, reggae y pop rock siguieron ampliándose en la era de los sintetizadores, con Power windows (1985).
GIRA PARA CELEBRAR
En cuanto al disco que mejor representa el sonido clásico de Rush, Mobley comenta: "Pienso que A farewell to kings (1977) posee lo mejor del material antiguo. Contiene una selección de canciones progresivas con un alto nivel de instrumentalización y arreglos. Incluye una pieza conceptual (Cygnus X-1), una más corta y rockera (Cinderella man), una más progre-pop como Closer to the heart y, por supuesto, el opus Xanadu", concluye.
Ya en los 90, Rush retomó su veta más densa y rockera con Counterparts (1993) y Test for echo (1996). Fue precisamente después de la gira del T4E que estuvieron cerca de disolverse. La hija de Peart murió en un accidente y, meses después, su esposa, a causa de un cáncer.
El baterista emprendió entonces un largo viaje en moto por Norteamérica para intentar sanarse, hasta que cinco años más tarde volvió a la ruta con su banda. El regreso fue glorioso. Por primera vez se presentaron en Sudamérica, con un memorable recital en Río de Janeiro que quedó plasmado en un DVD, con 40 mil almas entonando un instrumental como YYZ.
Ya en los 2000, Rush retomó el tinte de sus líneas más progresivas y la crítica se rindió con Clockwork angels (2012), de temática steampunk y con un set de violines. Incluso, la adultez ha servido para acercar posiciones con esa crítica que siempre los despreció. "Ya no es verdad que a sólo los fans les encanta Rush y que los críticos los odian. Ahora hay un nuevo grupo de periodistas que ha crecido con esta banda e, incluso, sus integrantes reconocen que tienen discos mejores que otros", detalla Halper.
En un reflejo de su particular humor, Rush tiene planificado celebrar sus "41 años" en 2015, con una gira mundial. La idea, según ha adelantado Lifeson, es interpretar canciones nunca antes vistas, con énfasis posiblemente en su era setentera.
Y para festejar hay material de sobra. En mayo, la banda reeditó su disco homónimo en vinilo, junto a una serie de pósters y fotografías inéditas; la semana pasada salió a la venta una nueva biografía de Mobley y, además, fue publicado un documental: Rush: the rise of kings. A su vez, los fans tendrán su propio evento: entre el 22 y 24 de agosto se reunirán en Toronto para su convención número 14. Hay bastante para brindar.
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