San Agustín: El desconocido tesoro colombiano

<img height="21" alt="" width="94" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200907/438255.jpg" /> Unos 500 kilómetros al sur de Bogotá se ubica el más monumental sitio arqueológico de Colombia.




Desde lo alto de una loma, la estatua mira directo al frente con una sonrisa esculpida en sus labios. Lleva puesto el abrigo de un jaguar y la gran cabeza del felino descansa sobre la suya. Sobre el jaguar reposa la piel de un caimán sonriente. Esta estatua de piedra volcánica es una representación de un antiguo ritual indígena, en el que hombres jóvenes se vestían con pieles de animal con el fin de sus absorber sus poderes.

Brillantemente esculpida, la estatua es una de las cientos que habitan en el Parque Nacional de San Agustín en Colombia, un parque que la Unesco calificó como "el grupo más grande de monumentos religiosos y esculturas megalíticas de Sudamérica". Está ubicado a unos 500 kilómetros al sur de Bogotá, en el departamento del Huila, zona montañosa y de profundos cañones, en los que discurren con fuerza varios ríos, entre ellos, el Magdalena (las líneas ofrecen viajes hasta Bogotá por alrededor de 450 dólares).

Las magníficas piezas son todo lo que queda de una civilización estéticamente avanzada, con enormes habilidades escultóricas, que desapareció misteriosamente hace 1.500 años. La mayoría, de entre uno y siete metros de altura y hasta de más de una tonelada, representan conceptos como la dualidad de la vida, el Sol y la Luna, el nacimiento y la muerte, lo que habla de profundas creencias mágico-religiosas. Los arqueólogos estiman que las estatuas fueron creadas entre los años 100 y 800 a.C. y algunos hasta las relación con los mayas. Pero lo cierto que observar sus elaborados diseños es una experiencia alucinante: el demonio sonriente, el águila que sostiene una culebra, el hombre que se saca una lagartija de la boca. El guía Fabio Burbano, una enciclopedia de las esculturas y la región, dice que la naturaleza sicodélica de las reliquias fue el resultado del uso intenso de drogas sicotrópicas. Muchas fueron creadas como guardianes y puestas en las tumbas indígenas que están dispersas en el parque. Se estima que las estatuas podrían ser tan sólo un tercio de lo que está enterrado. Además de ellas, conforman el parque montículos funerarios, terrazas y terraplenes.
Sus vecinos

El Parque Arqueológico de San Agustín incluye al Bosque de la Estatuas (con 39 esculturas al aire libre) y un complejo conocido como Mesitas A, B, C y D (lugares donde se celebraban los cultos funerarios), además de la Fuente del Lavapatas y el Alto del Lavapatas, centros ceremoniales. El Museo Arqueológico merece otra visita.

Los demás sitios arqueológicos se hallan dispersos en un área extensa,  pero de fácil acceso. Destacan el Alto de los Ídolos, el Tablón -con esculturas y museo etnográfico-, La Chaquira -con grabados y tallas sobre rocas-, el cerro La Pelota, con figuras que representan a un chamán, un búho y un águila, Obando, El Jabón, el Alto de las Piedras, Quebradillas, entre otros.

Mirando estatuas del cercano Parque de Isnos, que como San Agustín es Patrimonio de la Humanidad, está  Brooke McIntyre, turista neocelandeza. "Son tan impresionantes", dice al observar una de más de cinco metros. Pero casi tanto como con los vestigios, ella está asombrada de la cordialidad local, "la hospitalidad de la gente ha sido sorprendente… ayer fuimos a una cabalgata larga a conocer otro parque. Era precioso". En realidad, los parques sí son escénicos, esparcidos en medio de colinas ondulantes y bosques espesos.

Al pueblo de San Agustín se puede llegar por aire a Neiva desde Bogotá (130 dólares) y, desde ahí, un recorrido de tres horas por tierra. O, si hace todo el trayecto por tierra, son  ocho horas desde la capital.

Los turistas están llegando en números crecientes a visitar el pueblo y los parques circundantes, pero esta zona sigue siendo una gema sin descubrir. En un viaje en temporada baja y con suerte, podrá estar solo en el parque, libre de las molestias de las cámaras de fotos de otros. Aunque en temporada alta puede ser difícil conseguir alojamiento a menos de una hora del parque, lo que habla del reducido número de hoteles.

Aunque el encanto tradicional han sido los parques, San Agustín está empeñado en ampliar su atractivo. Por ello se está fomentando el desarrollo del turismo aventura, como el montañismo, trekkings y rafting.

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