Una agonía muy justificada
Caturros y Mineros juegan un partido clave por el descenso. En sus cifras del torneo hay pistas de por qué están al borde del abismo.
Será de vida o muerte. El duelo que animarán hoy Santiago Wanderers y Cobresal ofrece mucho más que tres puntos. Morbo puro. El resultado puede condenar a los mineros al descenso de manera anticipada. O darles aire y alargar una semana el suspenso. La ansiedad. El miedo.
Nortinos y caturros son, respectivamente, últimos y penúltimos en la tabla acumulada. El fantasma de la Primera B los atormenta a ambos. Apenas cuatro puntos los separan (23 versus 27), por lo que el contexto hoy se asemeja a una final. No hay un título en juego, pero la permanencia parece un objetivo mayor por todo lo que implicaría despedirse de la máxima categoría.
Un triunfo minero los dejaría separados apenas por un punto, con la posibilidad de jugarse el todo o nada en la última jornada.
¿Pero cómo puede explicarse la debacle de ambos elencos? Uno, campeón apenas en 2015, en una imagen que, hoy, parece onírica. El otro, uno de los elencos con mayor tradición del fútbol chileno. Los dos con la opción real de perder la categoría. Insólito.
No bastará con decir que, desde el juego mismo, han sido los peores equipos de la temporada (considerando el Apertura pasado y el actual Clausura), aunque los números dan pistas sobre las claves de la abrupta caída.
Defensivamente, tanto los de la Tercera como los de la Quinta Región han tenido un rendimiento menos que aceptable. Los caturros, por ejemplo, han recibido 42 goles en los últimos 28 partidos, 35 de ellos concedidos dentro de su propia área. Los mineros, en tanto, han recibido 54 goles en contra en la misma cantidad de partidos, 46 de ellos anotados desde dentro del área.
Ninguno de los dos, tampoco, ha sabido administrar la pelota y completan, hasta ahora, una posesión media que apenas supera el 40%. El poco control se refleja también en el alto porcentaje de error en uno de los fundamentos básicos del fútbol, el pase. Los del puerto han fallado el 31% de sus 9.252 pases de la temporada; Cobresal, en tanto, el 30% de sus 8.647.
Si algo tiene a los dos clubes al borde del precipicio es, también, su falta de contundencia ofensiva. Los problemas son de toda índole: de generación y concreción.
El equipo que hoy dirige Silvio Fernández, pero que llegó moribundo hasta acá por la gestión del uruguayo Eduardo Espinel, se ha generado 271 ocasiones de gol, de las que ha concretado apenas 27, sin llegar siquiera a la media de un gol por encuentro. Los de Rubén Vallejos, otro que agarró el equipo a medio camino tras las magras campañas de Dalcio Giovagnoli y Emiliano Astorga, han tenido 243 ocasiones para anotar, convirtiendo solamente 28.
Las excesivas concesiones defensivas y la poca claridad frente al arco rival no son todo. Los aspirantes al descenso han sucumbido también en las batallas individuales. De un total de 2.997 duelos que han disputado los jugadores wanderinos, fueron derrotados en el 50,8% de ellos (1.524). En el mismo ítem, los futbolistas del cuadro minero han perdido el 51,3% (1.493) de los 2.908 que han enfrentado.
Todos los errores y desaciertos tienen, hoy, 90 minutos para ser remediados. O al menos para intentar un manotazo final que pueda extender la agonía. Cobresal y Wanderers se juegan el semestre, el año y su historia. Todos los ojos miran a Valparaíso.
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