Una saga de espadachines
Con apenas 17 años, Arantza Inostroza es la heredera de dos generaciones de esgrimistas. Su abuelo Juan, su tío Paris y su padre Luciano se han encargado de mantener a esta disciplina entre las más destacadas del país en los últimos 50 años. La joven ya cuenta con logros panamericanos y es la segunda mejor exponente del ranking adulto.
En los últimos 50 años ha habido al menos un Inostroza destacando en el mundo de la esgrima. Hace medio siglo era Juan el que se abría paso, poniendo a Chile en el mapa mundial de este deporte. De hecho, su momento cúlmine lo tuvo en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, donde fue el abanderado nacional en la cita. Además, fue campeón chileno de florete y espada.
A pesar de que partió tempranamente de este mundo, con sólo 46 años, Juan les dejó un inmenso legado a sus dos hijos: Paris y Luciano, quienes tomaron la posta y se convirtieron en referentes de este deporte en Chile. El primero, de 44 años, participó en cuatro Juegos Olímpicos: Sídney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012. Incluso, en Grecia y China logró superar la primera ronda. Además, consiguió cuatro medallas panamericanas, entre otros logros continentales.
Por otro lado, Luciano, de 48 años, tuvo una carrera con menos bríos que su hermano, pero igualmente conquistó una medalla de plata por equipos en los Panamericanos de Winnipeg 99.
Esa misma experiencia familiar hoy recae en Arantza, de 17 años e hija de Luciano. La joven es la nueva figura de la esgrima chilena, y a diferencia de su padre y tío, su especialidad es el florete, modalidad en la que destacó en el Panamericano juvenil de Cuba, en marzo, donde se quedó con el bronce en Sub 17 y Sub 20.
"Practico esgrima desde los seis años. Esto lo considero un deporte familiar, porque desde chica iba a las competencias a verlos (a Paris y Luciano). Me gustó y ahora lo practico yo", cuenta la estudiante de cuarto medio, antes de comenzar su entrenamiento en el CEO, de Ñuñoa.
Su padre, quien entrena a las futuras promesas en el mismo recinto ñuñoíno, explica el orgullo que siente de que su hija continúe con esta tradición. "Estoy contento de que disfrute de esta pasión, porque al comienzo el objetivo principal era tener algo en común que nos uniera y gracias a este deporte lo podemos conseguir", afirma. Su otro hijo, Lucas (12), también está dando sus primeros pasos.
Paris cuenta que trata de aportar en cosas precisas para la carrera de su sobrina, a partir de su gran trayectoria. "Trato de meterme lo justo, Luciano fue mucho más entrenador de ella cuando chica. Ahí hay un trato más de entrenador alumno. Yo con ella trato de ver ciertas cosas que quizás no le dicen y que puede mejorar. Ella tampoco trata de basarse mucho en lo que uno le diga, sino que ir viviendo su experiencia".
"Ella está bien para su categoría. De lo que ha hecho ha podido hacer más todavía. También ha tenido las derrotas clásicas que puede tener: derrotas de un punto, problemas con los jueces", explica.
Sobre este punto es donde más ha hecho hincapié: "Arantza ya ha tenido que vivir esa parte, que es dolorosa, pero que da harta enseñanza y harta energía para seguir adelante. Estamos hablando no de un torneo nacional, sino que de un Panamericano, donde una decisión del árbitro te puede quitar la medalla de oro. Para ella quedó como aprendizaje de que hay veces en que uno tiene que modificar ciertas cosas en el campeonato, para poder cambiar la visión del árbitro o derechamente cambiar la forma de competir".
"Me pasó en Cuba. Uno siente que te están quitando los puntos y eso igual te afecta. Pero uno cuando está en el asalto, es un factor que uno no puede dejar que lo distraiga. Eso hace que uno se desenfoque del contrincante. Entonces, hay que tratar de no irse por otro lado", reflexiona la joven esgrimista, quien con sus logros está entre las mejores del país: "En el ranking adulto, el año pasado terminé segunda. En el primer lugar está Paula Silva, con quien viajé a Europa, donde participamos en varias competencias. Ir para allá significa potenciarse y cuando uno vuelve cambia su técnica y mejora. Ahora siento que estamos bastante parejas con Paula".
Eso sí, su padre es cauto. "Tiene mucha proyección, pero todavía está en formación. El medio no es tan grande y se puede estar en el equipo adulto. Pero eso sale muy fácil. Mucho más fácil que en países más desarrollados. Pero a nivel de su categoría en América, logró estar entre las tres primeras en Sub 17 y Sub 20 y por lo menos hasta ahora nadie ha podido sacar dos medallas", afirma.
Tanto Paris como Luciano, ven a su heredera con grandes proyecciones. "Creo que ella puede clasificar a los Juegos Olímpicos. Hay que ver cómo van las cosas después. Si la universidad no la frena o ella ve la motivación en otras cosas", dice su tío, quien, por cierto, aun no está retirado y que espera recuperarse de una lesión de rodilla para volver a competir.
Ella coincide: "Sería maravilloso", mientras piensa cómo ordenarse el próximo año. Quiere estudiar odontología y seguir con la esgrima y así no cortar una tradición enquistada en la historia del deporte chileno.
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