Una niña chilena en la cima del mundo
Carmen Novión tiene 16 años. Su vida es el estudio, la familia y los amigos, pero también los caballos. Por eso, logró la mejor marca en la eliminatoria mundial para el World Jumping Challenge.
Tiene apenas 16 años. Pasó a Tercero Medio y vive las preocupaciones de su edad. Algo, sin embargo, la distingue de inmediato: su amor por los caballos, a los que aprendió a dominar ante de saber escribir. Apenas cuatro años tenía cuando su madre le transmitió la pasión por los deportes ecuestres y, particularmente, por el salto.
Hoy, Carmen Novión asoma como la principal promesa de esta disciplina en el país, aquella que, pese a carecer de la popularidad de otras, le ha entregado dos medallas de plata a nivel olímpico (Oscar Cristi en la prueba individual y otra por equipos, en Helsinki 1952).
Esta semana, logró un éxito inédito, al convertirse en la primera clasificada a nivel mundial para el World Jumping Challenge, que en mayo próximo se desarrollará en Argelia. No es un hecho menor, pues si bien se trata de una competencia promocional para naciones emergentes en la equitación, participaron 257 binomios y sólo 20 de ellos asistirán a la cita en el Magreb.
Junto a Jager Boy, su caballo, logró clasificar en octubre pasado gracias a sus brillantes presentaciones en las pistas del Santiago Paperchase y de la Escuela Militar. Lo mejor fue un recorrido sin derribos y en un tiempo de 39"65, el mejor entre todos los postulantes. Ni ella misma se lo esperaba: "Nunca esperé que me fuera tan bien. Nunca. Ni siquiera pensaba que era la mejor de la zona, porque había una uruguaya muy buena... Y me dijeron que yo había sido la mejor... Y ya, buenísimo, porque había clasificado, pero al día siguiente me dicen que fui la mejor del mundo; fue impactante, porque uno queda en la historia".
La marca es absolutamente objetiva, pues el World Jumping Challenge obedece a un sistema de clasificación que se realiza en paralelo, con pistas idénticas y homologadas por jueces internacionales: las mismas alturas, las mismas distancias y ubicaciones de los obstáculos.
Herencia materna
Carmen responde con los virajes lingüísticos propios de la edad, con el tono alegre y amable de quien ha crecido con su madre, Alejandra Cremaschi, como ejemplo deportivo. "Ella empezó un poco tarde, como a los 20, pero era y es muy buena, competitiva. Sigue saltando", explica. Su padre, Juan Francisco Novión, en tanto "mira los caballos desde lejos, ni se sube siquiera. Él navega".
Su intención -comprensión del colegio de por medio- es ir con antelación a Argelia. "Una o dos semanas antes, porque hay que acostumbrarse al caballo; yo no voy con Jager Boy, porque imagínate lo que significa llevar un caballo para allá. Allá los organizadores y la FEI se consiguen caballos y hacen un sorteo", explica la jinete del Club de Polo y Equitación San Cristóbal.
Sus planes, no obstante, no se agotan ahí. En septiembre participará en un eliminatorio panamericano para clasificar a los Juegos Olímpicos de la Juventud. "Será en Buenos Aires y las Olimpiadas también son en la misma ciudad", especifica. Y añade que la cercanía le permitirá llevar a Jager Boy a Argentina, "pero sólo por el clasificatorio", porque la competencia olimpica se realiza también con la modalidad de caballos provistos y sorteados por el organizador.
En la capital transandina podrá competir, inicialmente, con jinetes de todo el continente, incluyendo a los estadounidenses, los más fuertes en esta zona del mundo. Y luego, el caso de entrar a los Juegos, se topará con los alemanes (la nación con mayor número de medallas en la historia olímpica), franceses, holandeses, italianos o belgas, entre otros.
Admite que la equitación es un deporte de alto costo y explica que "todo lo que uno hace se financia con un aporte de la federación, que hace lo que puede, y el resto corre por cuenta de la familia, de los papás. Y es muy caro, por supuesto". Al respecto, sostiene: "Como es un deporte poco conocido, nada de popular, a la federación le cuesta conseguir auspicios. Por eso es fundamental el respaldo de mis papás".
También explica que el éxito no se limita a tener un buen caballo. "Todo importa, es como una cadena; hay que tener un muy buen equipo, tener una base, el veterinario, el coach, los petiseros, porque si uno de esos pilares falla, no puedes ser un buen equitador".
Su sueño final es claro: "Ojalá pueda ir a los Juegos Olímpicos y competir por Chile, pero también quiero tener una vida normal, tener una profesión, estudiar derecho, economía o algo así. Tal vez podría ir becada a Estados Unidos, pero sí sé que para dedicarme al cien por ciento a esto tendré que ir a un país donde la equitación sea importante, aunque igual siento que vamos mejorando. Para eso es esencial comenzar chico y que los papás y los profesores te ayuden a subir cada vez más. Ése es el camino".
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