Viña en siete momentos: Chiqui Aguayo fue la gran protagonista de la jornada romántica

Su insólito rol como "protagonista" de la rutina de la primera noche del humor en Viña hizo que el conductor de Radio Agricultura terminara yendo a la Ciudad Jardín, paseándose por los canales junto al comediante Juan Pablo López e incluso enfrentándose con la periodista Pamela Jiles sobre el rol del Ejército en el Chile actual.

El lunes habían sido Esteban Paredes y Nicolás Massú. Este martes, las protagonistas fueron dos cantantes: Lali Espósito y Mon Laferte, quienes integran el jurado. Pero la presentación continuó en el tono humorístico: la argentina aseguraba que no tenía quien la acompañara durante la noche romántica del evento. "Decíme, vos que eres de acá, ¿qué hay que hacer para que alguien te invite a salir?", preguntaba, antes de abrir Tinder, la aplicación de moda para buscar citas.

Había globos en forma de corazón, cintillos, carteles y un público que cayó rendido rápidamente. No hay tintes medios: a Sin Bandera se le adora o se le considera un total aburrimiento. Los asistentes al Festival, en su abrumadora mayoría, estuvieron por la primera opción, y tras el despliegue de sus clásicos románticos el grupo se llevó el pack completo de gaviotas.

No es raro ver en Viña humor de la cintura para abajo. Pero Daniela "Chiqui" Aguayo rompió con un tabú: con una rutina subida de tono y por momentos escatológica, fue la primera mujer en echar mano de forma permanente a las herramientas que muchos humoristas hombres han ocupado ante el Monstruo para salir ilesos. Sin embargo, en su caso le sirvió para más que eso: pese a las críticas en redes sociales, Aguayo se ganó al público, se llevó todos los premios, introdujo masivamente el concepto de "sororidad" y despachó varias frases y momentos para el recuerdo, como cuando proclamó a Pedro Engel como candidato presidencial o bromeó, a pito de nada, con el tamaño de la anatomía del conductor de noticias de Chilevisión Humberto Sichel.

Pudo ser un apartado más dentro de la rutina de Chiqui Aguayo, pero si hubo alguien que desató la unanimidad de las redes sociales fue la traductora de señas que se hizo cargo de una misión casi imposible: convertir sus chistes en algo entendible. La labor fue impecable, aun cuando a veces terminó siendo extremadamente gráfica para dar una comprensión clara de lo que Aguayo decía en el escenario.

No es sólo porque Maluma sea a estas alturas el ícono de esta edición de Viña por haber donado su pago para reconstruir el pueblo. Uno de los momentos altos de la noche fue cuando se presentó, desde el backstage, la historia de María Ester, una mujer que perdió todo en el incendio, y que terminó saliendo al escenario y sentándose, entre lágrimas, en el asiento de primera fila que dejó Mario Domm, el vocalista de Camila. Una escena que despertó críticas en redes sociales por su manejo y por la que seguramente Álex Hernández, director general de esta edición del Festival, recibirá alguna pregunta. Todo mientras en Santa Olga se vive una realidad paralela y crítica, a la espera de un mes de marzo que se ve de antemano muy difícil.

Salieron cerca de las dos de la mañana, pero sus letras hicieron vibrar a su fanaticada fiel, que los esperó y coreó los temas con la voz en cuello. Los mexicanos cumplieron con lo que se esperaba y sorprendieron con ingredientes como una inesperada aparición de los Power Peralta en medio de una de sus canciones, en una noche que se vendió como la "romántica", pero que terminó marcada por la deslenguada intervención de Chiqui Aguayo.