AC: del banquillo a la banca
SEÑOR DIRECTOR:
Tras el ajustado rechazo de la acusación constitucional contra el juez Jean Pierre Matus, se ha ampliado considerablemente a su respecto el espacio para recusaciones e inhabilidades, hasta el punto de convertirlo en un problema para el normal funcionamiento de las salas de la Corte Suprema. ¿Cómo así?
En primer lugar, y a juzgar por la versión del propio juez Matus (quien a su tiempo alegó ser víctima de una gran campaña de difamación), ya debía ser muy amplio el conjunto de personas que podía invocar a su respecto la causal de recusación de enemistad del art. 196 Nº16 COT (todos aquellos que podían temer estar en la lista del “no hay perdón ni olvido”). A ese universo de personas se suman ahora dos nuevos conjuntos: el de los acusadores derrotados y sus relacionados (siempre por vía del aludido numeral 16) y el de quienes le permitieron al juez sortear la acusación, dentro y fuera de la Cámara, especialmente aquellos de última hora, a cuyo respecto debería engrosarse la lista de inhabilidades (por vía de la causal de recusación del art. 196 Nº 14 COT).
Pues bien, tan larga ha de ser esa nueva lista, y tan anchos los nuevos márgenes de recusación, que probablemente el juez Matus pasará una parte importante de su tiempo recusado o inhabilitado. Es algo que el Pleno de la Corte debiese mirar con especial atención. Malas noticias, que se suman a la delicada situación de tan crítico poder de nuestra maltratada República.
Javier Couso, Hugo Herrera y Fernando Londoño
Profesores titulares de la Facultad de Derecho UDP
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