Adelantamiento de vacaciones de invierno

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Aun cuando la medida ha sido polémica, existe la chance de que con ello los colegios logren recuperar más rápido todo el tiempo perdido una vez que retornen las clases presenciales.



La decisión que adoptó el Ministerio de Educación en orden a adelantar las vacaciones de invierno a partir de este lunes -producto de la pandemia- ha sido resistida por algunos sectores, entre ellos 61 alcaldes y 800 establecimientos educacionales, además del Colegio de Profesores, los que han solicitado formalmente a la autoridad revertir dicha decisión. Entre las razones para objetar la medida se ha mencionado que dado que las clases presenciales se encuentran suspendidas y en modalidad a distancia, es poco criteriosa una interrupción en este momento, cuando los alumnos y las familias están en plena adaptación a este modelo, además de privar de un necesario descanso a mediados de año.

En un escenario subóptimo como el que vive el país -con millones de personas viviendo bajo cuarentena, y sin certeza de cuál será el curso de evolución de la pandemia-, ha de asumirse que no hay soluciones enteramente óptimas, y que muchas deberán improvisarse según la información disponible en cada momento. Aun cuando habría sido preferible que la medida de adelantar vacaciones hubiese sido más sensibilizada por parte de la autoridad, el camino elegido, además de cumplir con indispensables medidas de resguardo sanitario, es realista en cuanto parece reconocer que las clases presenciales son insustituibles, y que por lo mismo lo mejor para el proceso formativo es que cuando éstas se puedan recuperar se vean lo menos interrumpidas posible, recuperando el tiempo perdido. Esto resulta especialmente crítico para los sectores más vulnerables.

La evidencia recogida hasta ahora da cuenta de las dificultades para implementar sistemas de formación a distancia, especialmente en el ámbito escolar. Una encuesta realizada por el ministerio a más de ocho mil establecimientos determinó que 99% de ellos aseguró estar entregando material pedagógico a sus alumnos; sin embargo, el ideal de las clases online no es la regla general, pues un mayoritario 68% de las escuelas manifiesta no estar utilizando esta herramienta. Esta cifra da cuenta de la heterogeneidad que existe entre territorios y escuelas, a lo que debe sumarse la desigualdad en las condiciones que existen al interior de los hogares y en las posibilidades de las mismas familias de apoyar a sus hijos en el proceso de aprendizaje.

En este contexto, es inevitable que la calidad del proceso formativo se vea afectada, y mientras no sea posible retomar la modalidad presencial, todas las capacidades deben estar puestas en lograr que mientras dure la emergencia, la formación a distancia pueda ir mejorando sus estándares para evitar que el año escolar se pierda irremediablemente, en especial si no hay certeza de cuándo será posible volver a las aulas.

Lo acertado o no de adelantar las vacaciones de invierno se podrá comprobar en el tiempo, pero en el actual escenario de emergencia es indispensable que alcaldes, sostenedores y los gremios docentes -también las propias familias- se aboquen a las soluciones durante la emergencia.

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