Ahora es cuando: si queremos llegar al 2030, hay que salvar el 2020

bci

Esta es la peor crisis mundial desde la Gran Depresión de 1929 y no queremos que tenga las consecuencias de la crisis chilena de 1982.



Cuando una persona ha sido responsable buena parte de su vida como adulto, ahorrando para diferentes situaciones, gastando solo en lo necesario, invirtiendo en tiempo libre y su carrera profesional, a veces se le olvida como se debe gastar cuando está en una real situación de emergencia. Tiene miedo de “gastar de más”, pero deja de lado que, en momentos de real urgencia, no es un gasto, es una inversión para el futuro. Porque si no es capaz de sobrellevar ese momento, quizás no recupere nunca lo perdido. Ante una enfermedad grave, que comienza leve, puede pensar “para que ir a ver al mejor especialista y gastar en un tratamiento de última generación, si con otros tratamientos me las he ingeniado igual, mejor voy viendo de a poco”.

Sin embargo, si esta enfermedad repentinamente se vuelve extremadamente compleja, llega el momento en que el tratamiento normal no alcanza y está llegando tarde. Así, en un intento por salvar la situación, finalmente termina gastando más en diversos tratamientos a medias, que si hubiera invertido en el de última generación desde un comienzo. Esa persona puso en peligro su vida y pudo haber quedado con secuelas, que nunca más podrá recuperar.

Chile, como buen país que busca el desarrollo, ha ahorrado por varios años y su resultado lo vemos. Tiene una baja deuda pública y controlado déficit fiscal en comparación con países de la región y otros países de igual clasificación de riesgo, también tiene cinco fondos soberanos para diversas necesidades y posee un alto respeto internacional por su institucionalidad tanto del sector público como privado. Entonces la pregunta que las autoridades deben hacerse es, ¿es esta crisis lo suficientemente profunda como para gastarnos gran parte o casi todos nuestros ahorros? ¿sus consecuencias podrían llevarnos a retroceder en todo lo que hemos avanzado? La respuesta a esas dos preguntas es Si.

Necesitamos del máximo esfuerzo para salvar este 2020, o sino todas nuestras metas de largo plazo como país no se lograrán, el retroceso que tendremos será muy significativo. No hay que ver esto como gasto simple y transitorio, sino como inversión para los próximos 10 años. Esta es la peor crisis mundial desde la Gran Depresión de 1929 y no queremos que tenga las consecuencias de la crisis chilena de 1982. Desde el lado positivo, es que aún estamos en el punto de inflexión y los esfuerzos pueden a rendir frutos, y lo que llamamos gastos, en realidad se transforme en una inversión a futuro. Este es el momento bisagra, si nos atrasamos, puede ser que el esfuerzo no rinda todos los frutos deseados.

El nuevo plan de emergencia del Gobierno va en el camino correcto, gastar US$ 10 mil millones. Sin embargo, se queda corto en dos aspectos básicos. Primero el monto a gastar este año, sólo US$ 3 mil millones y segundo, que en realidad esto no es mayor gasto, son solo reasignaciones de inversiones. Lo que quiere decir, que no hay mayor contribución al crecimiento, no hay mayor deuda ni gasto de los fondos soberanos. Es decir, hay espacio para más.

Los movimientos de los mercados internacionales nos acompañan, hay que aprovechar la gran liquidez que están desplegando los grandes bancos centrales y que mantendrán las tasas bajas por un buen tiempo. No hay que tener miedo a endeudarse, si ese gasto está justificado.

El gobierno y oposición deben rescatar las buenas ideas de lado y lado, siempre buscando el equilibrio fiscal en el largo plazo, pero teniendo en cuenta los ajustes y sacrificios necesarios en el corto plazo. Una solución sería hacer una hoja de ruta conjunta hasta el 2030, que implique un acuerdo de gran escala entre todos los actores. Entregando propuestas de mejora en el crecimiento potencial, como gastos en educación e investigación y desarrollo, y mejoras en los ingresos fiscales, ya sea a través de una mayor eficiencia del Estado o a través de una reforma tributaria. Que todo esté sobre la mesa, que nada sea tabú.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.