Alertas del nuevo Informe sobre Cambio Climático
La invasión a Ucrania invisibilizó las recientes advertencias de la ONU y podría aumentar las dificultades de la UE para cumplir sus metas de emisiones a causa de la apuesta por reducir su dependencia del gas ruso.
“Las evidencias sobre los impactos observados, los riesgos proyectados, la vulnerabilidad y los límites de adaptación demuestran que es cada vez más urgente el desarrollo de acciones resilientes al clima”, señala en uno de sus puntos destacados la segunda parte del sexto informe de evaluación elaborado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidos. Según el trabajo, el alza “de 1,5°C en el corto plazo causará un incremento inevitable de los episodios climáticos extremos y presentará múltiples riesgos para los ecosistemas y para los seres humanos”. Por ello, “una nueva demora en una acción global cerrará la ventana que permite aún asegurar un futuro sostenible” y agravará la amenaza que enfrenta la humanidad.
Pero pese al tono de urgencia del informe, que es fruto del trabajo de 270 autores de más de 60 países y que el secretario general de Naciones Unidos calificó como “el atlas del sufrimiento humano”, sus repercusiones fueron limitadas. La invasión rusa a Ucrania desvió toda la atención mundial. Tras dos años de pandemia en que el mundo concentró sus esfuerzos en el manejo de la emergencia sanitaria y sus graves repercusiones económicas, otro evento inesperado parece haber vuelto a sacar a la lucha contra el cambio climático del primer lugar de las prioridades mundiales y el camino para instalarla de nuevo en el tope de la lista será difícil, más allá de la gravedad del fenómeno, advertida por el informe del panel intergubernamental.
La razón de lo anterior no solo es por la urgencia que demanda responder a la crisis humanitaria desatada por el ataque ruso contra Ucrania, que ya deja más de 2,5 millones de refugiados, sino también por los efectos económicos que la situación está generando. Pese a que el informe de la ONU insiste en que los costos de no hacer nada para contener la emergencia climática serán mayores de los de tomar medidas, el hecho es que estas no son sencillas y exigen, entre otras cosas, una transición energética compleja y costosa. Y el panorama se agrava aún más a la luz del estrés causado por la guerra al sistema energético europeo, altamente dependiente del gas ruso. Cambiarlo es un proceso de mediano y largo plazo que podría exigir volver temporalmente a fuentes de energía contaminantes, como el carbón, que afectarían las metas fijadas por la UE.
Frente a ello, y considerando que el calentamiento global del planeta no se detendrá, es importante que la comunidad internacional, y en especial los mayores emisores de gases de efecto invernadero -Estados Unidos, China, la UE, Rusia-, que son a la vez quienes están en el centro de la crisis en Europa del este, tengan claro que la urgencia inmediata desatada por Moscú a la seguridad mundial no puede ni debe postergar su responsabilidad en una crisis, aún más profunda y eventualmente irreversible, como la del cambio climático. De ello depende en gran medida la capacidad de contener el alza promedio de la temperatura del planeta. Como decía el analista Moisés Naím, “el mundo debe ser capaz de responder a más de una crisis a la vez” y la situación de Ucrania demostró que es posible reaccionar unidos y con rapidez ante una amenaza grave.
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