Argentina ante una nueva realidad
El triunfo del candidato libertario representa un cambio copernicano del mapa político argentino, cuya consolidación dependerá del éxito del futuro gobierno para responder ante los monumentales desafíos que enfrenta el país.
Los vaivenes electorales de Argentina volvieron a dar un giro el domingo pasado. Luego de que el candidato oficialista y actual ministro de Economía, Sergio Massa, ganara la primera vuelta, muchos analistas en ese país lo ubicaron como el favorito para el balotaje. Sin embargo, la ciudadanía dijo otra cosa. No solo el abanderado peronista no ganó, sino que sufrió una derrota de proporciones, quedando a más de 11 puntos del triunfador, el candidato libertario de La Libertad Avanza, Javier Milei. Con casi 3 millones de votos más que su rival, el presidente electo de Argentina encarna un cambio copernicano en el mapa político trasandino. No solo ganó en 20 provincias y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sino que incluso en la provincia de Buenos Aires -una de las tres en que se impuso el oficialismo e histórico bastión peronista-, virtualmente empató con su rival.
La del domingo fue la peor performance electoral del peronismo en toda su historia, lo que da cuenta de una profunda transformación cultural en ese país, marcada por una generación menor de 30 años que se volcó masivamente por el candidato libertario. El agotamiento del modelo clientelista impuesto por el peronismo y profundizado por su vertiente kirchnerista quedó en evidencia en los comicios del fin de semana. Los ciudadanos optaron por un candidato que propone un cambio radical del modelo, con alcances aún desconocidos para la sociedad, en lugar de perseverar por un camino que ha demostrado su fracaso y que tiene no solo al país con una inflación que supera el 140% y está al borde de la hiperinflación, sino también a su principal figura, la vicepresidenta Cristina Fernández, condenada por corrupción.
La ruta que se abre para el nuevo Mandatario -quien deberá asumir dentro de poco más de dos semanas-, además de incierta, se verá enfrentada a una serie de obstáculos. La ironía de Javier Milei es que, pese a haber logrado un triunfo contundente e inapelable -es el candidato más votado de la historia argentina-, será también uno de los Ejecutivos más débiles de la historia reciente de ese país, por el escaso apoyo que tiene en el Congreso. No solo su partido cuenta con apenas 38 diputados de 257, y siete senadores de 72, sino que sus potenciales aliados de Juntos por el Cambio, que suman 93 diputados -lo que le permitiría alcanzar al menos la mayoría- están divididos y tanto la UCR como la coalición cívica de Elisa Carrió se han distanciado del proyecto del presidente electo. Un hecho que pondrá a prueba la capacidad de gestión política de los nuevos inquilinos de la Casa Rosada.
En su primer discurso, Milei prometió el inicio del fin “de la decadencia argentina” y descartó cualquier tipo de gradualismo. Sin embargo, resolver el complejo puzle económico del país no será fácil. No solo enfrenta un severo déficit fiscal, una escasez de divisas y una inflación que podría llegar al 200% a comienzos de 2024, producto de la devaluación del dólar, sino también nuevos vencimientos del FMI que deberá cubrir o reprogramar. Un panorama cuya única salida pasa por un duro ajuste fiscal, de inevitables consecuencias sociales. Pese a su promesa de que minimizará los efectos de las medidas sobre la población, las acciones no serán inocuas. Y en un país donde el peronismo controla las principales organizaciones sociales y de trabajadores, el desafío es monumental.
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