Aumento de campamentos en el país
La existencia de más de mil de estos asentamientos hace necesario que las políticas sociales aborden esta realidad en forma urgente, lo que además debe llevar a tomar conciencia sobre los efectos sociales que produce el deterioro del crecimiento y la inflación.
Los resultados del Catastro Nacional de Campamentos 2022, que fue dado a conocer por el Ministerio de Vivienda, ha traído noticias desesperanzadoras, al constatar que en el país existe un total de 1.091 asentamientos, en los cuales existen algo más de 71 mil hogares, donde viven en promedio casi tres personas. Al desglosar por regiones, se observa que Valparaíso encabeza el listado, con 255, seguido por Biobío, con 156. La Metropolitana se ubica en tercer lugar, con 142; es decir, estas tres regiones concentran más de la mitad del total de campamentos en el país.
Es ilustrativo que desde 2019 sen han levantado 355 nuevos asentamientos informales. Esto representa un grave retroceso, pues el país venía registrando una persistente baja de los campamentos gracias a una serie de políticas dirigidas hacia este fin, pero es previsible que el deterioro económico que generó el periodo de la convulsión social, luego la debacle que conllevó la pandemia, a lo que se suma el dramático incremento que ha tenido la inflación en el último año, ha provocado una tormenta perfecta cuyos devastadores efectos se han comprobado en el reciente catastro.
Los campamentos resumen crudamente los problemas sociales que arrastra el país, entregando elocuentes señales de hacia dónde deben orientarse las políticas públicas. Un primer factor, que ha sido largamente diagnosticado, es el notorio déficit de viviendas, lo cual se traduce en que hoy en día se necesitarían del orden de 641 mil unidades para satisfacer el conjunto de todas las necesidades, la mitad de las cuales se requerirían en la Región Metropolitana. La falta de disponibilidad de suelo y su consecuente encarecimiento, así como las condiciones más estrechas para financiar la compra de viviendas, son factores incidentes para que muchas familias deban vivir de allegadas, o se vean en la necesidad de asentarse en campamentos.
Pero ha sido el deterioro del crecimiento y el encarecimiento del costo de la vida lo que ha llevado a que muchos en el último tiempo simplemente no tengan lo suficiente para solventar los gastos y se hayan visto en la necesidad de migrar a campamentos. El alza de los precios ha afectado a toda la población, pero sobre todo ha tenido como efecto directo que más chilenos han caído por debajo de la línea de la pobreza. El Banco Mundial ya advirtió que producto de la inflación la pobreza escalará este año hasta más del 10%, y es probable que se mantenga en torno a esa cifra durante 2023.
Otro fenómeno que se advierte es que el 36% de quienes viven en estos asentamientos son extranjeros, con prevalencia de bolivianos, haitianos y colombianos, lo que es un llamado de atención sobre la importancia de tener procesos de migración mejor controlados, justamente para evitar crear más bolsones de pobreza.
El catastro recién conocido hace necesario que las políticas sociales en curso tengan como foco hacerse cargo de esta realidad, lo que requiere esfuerzos en múltiples dimensiones, y es un recordatorio sobre lo imperioso que resulta no descuidar variables críticas como el crecimiento y la inflación, cuyo deterioro siempre termina afectando en mayor medida a los más desposeídos.
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