Aumento de denuncias por abuso sexual infantil

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El país debe tomar conciencia sobre los gravísimos efectos que este flagelo tiene para sus víctimas y para el conjunto de la sociedad.



Los datos recogidos en un estudio llevado a cabo por la Fundación Amparo y Justicia en relación con denuncias por delitos sexuales en contra de niños, niñas y adolescentes encienden una luz de alerta para el país, pues en dicho informe se da cuenta de que en 2022 se recibieron casi 40 mil denuncias de este tipo. La cifra no solo representa un incremento de 42% respecto de las denuncias registradas el año anterior, sino que además supone un máximo histórico, a mucha distancia del promedio de casos que venía registrándose en años anteriores, por debajo de los 30 mil casos.

Desde 2015 que viene observándose un progresivo aumento en el número de denuncias -ese año se registraron un poco más de 16 mil-, solo observándose una caída en 2020, probablemente atribuible a que durante los confinamientos producto de la pandemia se produjo una baja en los casos denunciados. Si bien cabe hacer presente que el aumento de las denuncias no necesariamente se correlaciona con un aumento en igual magnitud en el número de casos, estos registros ciertamente deben ser motivo de especial atención, porque están reflejando la existencia de una realidad dramática que en nuestro país está lejos de amainar, representando un promedio de 109 denuncias diarias.

Hace una década un informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito daba cuenta de que Chile ocupaba el tercer puesto a nivel mundial en la tasa de denuncias por abuso sexual infantil por cada 100 mil habitantes -con 68,5 casos-; ciertamente la cifra podría haber estado influida porque muchos países subrepresentan el número de casos denunciados, pero cuando menos da cuenta que en el caso de nuestro país el abuso sexual infantil era entonces un tema problemático, y por lo visto lo sigue siendo.

Los expertos aún decantan las razones de por qué en 2022 se produjo un aumento tan significativo en el caso de las denuncias. El regreso de las clases presenciales y de la normalidad tras el momento más álgido de la pandemia puede haber creado condiciones más propicias para denunciar los casos, potenciados por los largos meses de encierro, que favorecieron la comisión de estos delitos, pues el mayor número de estas agresiones se producen al interior de los hogares. Hay otras cifras que también preocupan: En los últimos tres años, los delitos sexuales cometidos por adolescentes de entre 14 y 17 años que llegaron a la justicia aumentaron en 70%, fenómeno que también se ha advertido a nivel internacional.

Es imprescindible que el país tome conciencia acerca de los devastadores efectos que el abuso sexual representa para las víctimas. Tratándose de niños o adolescentes, el daño en salud mental así como en el desarrollo de los procesos cognitivos puede ser muy profundo y sus efectos dejarse sentir a lo largo de toda la vida. Pero hay más: Si bien el abuso sexual infantil no conoce fronteras socioeconómicas, suele ser más prevalente en ambientes de vulnerabilidad social, lo que hace que el perjuicio para esos niños y adolescentes sea todavía mayor.

Una infancia dañada es algo que como país no se puede tolerar; de allí que la realidad que ha quedado expuesta en este reciente informe es un recordatorio de que los numerosos esfuerzos que en materia penal y de políticas públicas se han hecho en los últimos años para erradicar este flagelo todavía son insuficientes, lo que exige relevar esta materia a una prioridad nacional.

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