Brutalidad policial

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Brutalidad. Gustavo Gatica volvió a caminar por Plaza de la Dignidad tras haber recibido el impacto de perdigones y quedar ciego. Esta vez lo hizo sin poder ver. Fabiola Campillay vive una suerte similar tras haber sido impactada por una lacrimógena. Patricio Bao, de 69 años, hace solo días fue víctima de la brutalidad descontrolada en manos de un Carabineros. Como Gustavo, Fabiola y Patricio, hay cientos de personas que han sido víctimas de abuso policial y violaciones a DD.HH. durante los últimos cinco meses.

Indolencia. Pero a pesar de condenas y denuncias nacionales e internacionales, no hay cambios reales. El Ministerio del Interior mantiene una política de lavarse las manos, el intendente Metropolitano no pierde oportunidad de culpar a Carabineros y estos últimos no han dado señal alguna de cambiar sus procedimientos. El responsable directo de toda esta barbarie es el Presidente de la República, quien sigue obsesionado con pedir que la oposición haga condenas y esta en casos muerde el anzuelo. Pero ni su ministro del Interior y menos sus policías se mandan solos. Observamos abandono de sus responsabilidades sobre el orden público y por sobre todo, indolencia.

Voluntad. A pesar de los esfuerzos de una serie de expertos, políticos y académicos por presentar propuestas para reformar a Carabineros, estas siguen siendo solo eso. Es más, pierden relevancia porque el espacio para que la reforma pueda tener un impacto sobre la realidad actual se contrae. Lo que hoy se necesita es perder el miedo y tomar una decisión que nos lleve a una intervención a la policía, permitiendo un giro radical que evite que el Presidente vuelva a un estado de excepción con control militar, pero por sobre todo salvar una institución fundamental para la democracia.

Intervención. Las intervenciones no son nuevas y hay aprendizajes que debemos mirar. A principios de febrero de este año, Carabineros ya tuvo que intervenir la comisaría de Puente Alto tras la brutal golpiza dada a un joven. A fines del 2018 el exministro Chadwick intervino los planes policiales de La Araucanía y el Biobío. Prácticamente todos los gobiernos desde el retorno a la democracia han intervenido de una u otra forma a las policías. Pero lo que necesitamos hoy es plan de intervención civil y de fondo. Existen diversos ejemplos en el mundo y hay variadas experiencias similares y que debemos analizar.

Aprendizaje. La brutalidad policial ejercida sobre Rodney King el año 1991 en California fue uno de los primeros casos grabados en video y viralizados que terminaron en un estallido que dio paso a los feroces “Disturbios de Los Ángeles”. Hubo más de dos mil heridos, 63 muertos y daños a la propiedad que bordearon los mil millones de dólares. Pero estos eventos dieron paso a aprendizajes y cambios. A solo un mes del inicio de los disturbios se creo la Comisión Christopher que permitió la designación de un inspector general civil para fiscalizar y supervisar el sistema disciplinario de la policía LAPD. Se elaboró un reporte que incluso hizo públicas las brutales conversaciones entre policías durante este periodo como una forma de facilitar la transparencia máxima, dejando en descubierto el racismo, homofobia, antisemitismo, sexismo y discriminación en su actuar. Las investigaciones desnudaron arrestos falsos, manipulación de evidencia, uso indiscriminado de la fuerza e incluso narcotráfico. Este proceso, doloroso, dio nacimiento a cambios.

Acuerdos. Las mejoras partieron con la firma de un “decreto de consenso” entre autoridades políticas, el departamento de justicia, la corte federal y la policía. Incluso, años más tarde, se tomó la decisión de iniciar una profunda reforma y lograr cumplir con la totalidad de las recomendaciones de este consenso. Se implementaron más de 180 cambios: En reclutamiento, formación, disciplina, uso de la fuerza y transparencia. Una de las más relevantes, fue avanzar hacia una policía de enfoque comunitario. Pero las reformas continúan. Hace solo dos años se modernizaron los protocolos de uso de la fuerza para dar paso a protocolos que permiten evitar llegar a grandes conflictos con una serie de procedimientos previos. Luego de ser una de las policías con menos aprobación, LAPD posee hoy una aprobación sobre el 70%. No es casualidad que académicos de Harvard catalogaran el esfuerzo como uno de los experimentos “más ambiciosos en reforma policial implementados en EEUU”. Al mismo tiempo, otros decretos de consenso y reforma se han implementado en ciudades como Seattle, Baltimore, New Orleans. Las policías en ese país hoy no están exentas de escándalos y acusaciones, pero el menos, han demostrado poder avanzar.

Actuar. Las alternativas hoy ya no son muchas. La primera es que el Gobierno facilite la creación de un nuevo pacto entre el estado, civiles y policías que decante en un sistema de control civil para supervisar su cumplimiento. Este escenario es tal vez el más simple, pero se ve truncado por la credibilidad y una aprobación que no llega al 10%. El segundo no es solo el más complejo y peligroso, pero sobre todo al cual nos acercamos inevitablemente si todo sigue igual. Implica el retorno de los militares a la calle bajo un nuevo estado de excepción rindiéndonos al control militar. El tercer escenario es tal vez el más razonable, pero requiere vencer el miedo: Iniciar una intervención civil. Esta debe ser convocada y coordinada por los tres poderes del estado convocando una comisión civil profesional y transparente que intervenga a la institución en diversos grados, incluso complementando acciones con la participación de la PDI. Esta iniciativa además permitiría una supervisión durante el inevitable proceso de reforma.

Las principales lecciones de las reformas exitosas tras brutalidad, caos y corrupción, hablan de nuevos liderazgos, protagonismo civil, pero por sobre todo de generosidad y coraje. El tiempo corre y el caos con la esperanza están separados por el grosor de una bala.

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