Cambio Climático… del dicho al hecho
"Si bien el desafío es enorme y ha habido esfuerzos significativos, el resultado a nivel de política pública nacional es todavía incierto e incompleto".
Mientras algunos valoran lo significativo de los acuerdos de la COP 26 como un mayor alineamiento entre China y EEUU, una reducción gradual del carbón incluyendo a India, una reducción del 30% de las emisiones de metano, una mayor defensa a la deforestación, y una ayuda proactiva de la banca, otras agrupaciones plantean que el calentamiento de 1,8°C (que es el resultado de las acciones aprobadas en la COP 26) es todavía insuficiente. En pocas palabras, la declaración del secretario General de la ONU, António Guterres resume muy bien la situación al declarar “Es un paso importante pero no suficiente en donde debemos acelerar la acción climática para mantener vivo el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados”. Si bien el desafío es enorme y ha habido esfuerzos significativos, el resultado a nivel de política pública nacional es todavía incierto e incompleto.
Como un aporte interesante para la discusión, en el año 1993 el economista Japonés Yoichi Kaya lanzó su famosa “Identidad de Kaya” en donde explica a través de una simple ecuación los elementos que tienen incidencia directa en el calentamiento global, la cual se resume como:
Emisiones CO2 = [Población] x [PIB / Población] x [Energía / PIB] x [Emisiones CO2 / Energía]
En síntesis, su planteamiento es bien claro en que a nivel de política pública, si el problema de fondo es la reducción del CO2, o los gases de efecto invernadero (GEI), se puede actuar de 4 formas: (i) por medio de la disminución de la población, (ii) por una disminución del PIB per cápita, (iii) por una reducción de la cantidad de energía por PIB y (iv) por una reducción de las emisiones de CO2 por unidad de energía producida. El tema de fondo es que cada camino requiere de mucha colaboración público privada que tiene implicancias directas en cuanto a la sostenibilidad ambiental, social y económica y es precisamente en ese aspecto, en donde la política pública debe innovar para poder orientarla hacia el bien común.
Se dice que del dicho al hecho hay mucho trecho en donde el “Cómo” resulta determinante. En concreto, si se requiere reducir las emisiones por los dos primeros caminos, se requiere socialmente restringir la libertad de tener familia o sincerar que para mitigar los GEI se va a afectar fuertemente el poder adquisitivo y la calidad de vida de nuestros ciudadanos. Si por el contrario, se plantea el mismo objetivo, pero reduciendo la energía por PIB, como lo puede ser el reemplazo de la economía lineal por una circular o la reducción de CO2 por medio de la transición a una matriz de generación renovable sin descuidar la seguridad y estabilidad del sistema, se pueden lograr grandes avances que no menoscaben la calidad de vida de las personas. En pocas palabras, la clave no está en adherir voluntariosamente a una reducción de emisiones, sino en cómo llevarlas a cabo para que en Chile logremos gestionar en forma sostenible las implicancias sociales, ambientales y económicas de una adecuada y necesaria gestión de cambio climático.
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