Capacitación: mirada al presente y futuro


Por Mercedes Frochoso, gerente general OTIC Camacoes

Según el Servicio Nacional de Empleo y Capacitación, en 2020 se capacitaron 68.184 personas a través del sistema de Franquicia Tributaria de Capacitación. El mismo año, el INE indicaba una fuerza laboral compuesta por 8.026.220 personas contratadas. Es decir, durante 2020 menos del 1% la fuerza laboral activa, pudo adquirir nuevas herramientas y competencias a través del uso del beneficio, herramienta que fue diseñada para incentivar la capacitación en el sector productivo. Esto, además, pone de manifiesto que las organizaciones no han optimizado o identificado la utilidad que este recurso proporciona en materia de desarrollo profesional, productividad y empleabilidad para sus profesionales y el país.

Mirando hacia la recuperación tras pandemia por Covid-19, estas estadísticas deberían preocuparnos. En la reactivación, la formación permanente, pertinente y de calidad, supondrá un gran desafío para incrementar las competencias profesionales en Chile y la calidad del empleo, y para las empresas, aplicar los mecanismos y recursos disponibles, que fortalezcan y contribuyan al movimiento de los indicadores. Mencionar que, además de un aumento en la productividad, la mejora en retención del talento y la empleabilidad, la capacitación supone una poderosa herramienta para el desarrollo personal y profesional de las personas o profesionales que la reciben, que aumentarán su competitividad en el mercado, incrementarán sus probabilidades de emplearse en menor tiempo, podrán aprender un oficio o alcanzar un mayor rendimiento en el puesto de trabajo. Lamentablemente, todos los beneficios que la capacitación trae consigo, no son visibilizados por falta de mecanismos de medición de indicadores y evaluación del impacto que generan en los sistemas micro y macro.

La Encuesta Nacional de Demanda Laboral 2021 arroja que el año pasado no se lograron cubrir las vacantes de empleo debido a que había “pocos postulantes y falta de competencias”, por lo que aquí ya podemos observar otra brecha: no encontrar en el mercado personal capacitado o incluso con falta de competencias digitales básicas para enfrentar la revolución 4.0. En relación con esto, existe una gran oportunidad, donde las llamadas “profesiones o competencias emergentes”, adquieren cada vez mayor relevancia. El talento formado tendrá mayores oportunidades de obtener un empleo, desarrollar un emprendimiento o autoemplearse.

El talento humano es el recurso más valioso que tenemos. La capacitación y el área de personas no deben quedar a la cola de las prioridades o primeras en la lista de recortes, ya que son quienes guiarán el proceso de cambio, asesorarán a los líderes de forma transversal y son los encargados de mantener el estado de bienestar de los trabajadores. Y éstas a su vez, deben asumir el compromiso de buscar la mejor forma de cumplir con la responsabilidad y el deber de gestionar y capacitar su capital humano.

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