Chile debe acelerar su ingreso al TPP11
La demora en la ratificación del acuerdo de asociación transpacífica no solo afecta la competitividad del país, sino le impide acceder a beneficios arancelarios que lo ayudarían a sortear de mejor manera la actual crisis económica.
La ministra del Interior se mostró esta semana confiada en que se pueda llegar finalmente a un acuerdo que permita aprobar en el Parlamento el llamado TPP11 o CPTPP, en su sigla oficial. Una señal positiva, considerando que la iniciativa está congelada en el Senado desde abril de 2019, tras la aprobación en la Cámara de Diputados. Hasta ahora, además, el gobierno no había dado señales claras de su interés por avanzar en su ratificación. Más aún, durante la campaña presidencial varios miembros del actual equipo de gobierno habían sido críticos de profundizar el camino de la integración comercial de Chile. Incluso el actual subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales ha seguido dando señales confusas en ese sentido. Por ello, la apertura mostrada esta semana permite esperar un impulso para la aprobación del tratado, más allá de las gestiones por intentar hacer enmiendas en forma bilateral a los mecanismos de solución de controversia.
El tratado, uno de cuyos principales impulsores fue precisamente Chile -el compromiso fue firmado en Santiago en 2018- no sólo es el tercer acuerdo de integración comercial más grande del mundo, sino el más importante de Asia Pacífico, y representa a cerca de 15% del PIB mundial, profundizando el acceso a mercados con beneficios arancelarios para la economía chilena. Su aprobación aparece como un instrumento útil y necesario en el complejo escenario económico que está atravesando el país. La apertura comercial profundizada a partir de la década de los 90 como un eje central de nuestra estrategia de desarrollo ha sido clave y Chile cuenta hoy con más de 30 tratados de libre comercio -siendo el país líder en el mundo-, lo que le permite un acceso preferencial a más de 60 naciones que representan el 83% del PIB mundial. Los logros económicos alcanzados en las últimas décadas habrían sido imposibles sin esos instrumentos.
Luego de que en 2017 el recién electo presidente de Estados Unidos Donald Trump decidiera desechar la participación de su país en el acuerdo Transpacífico original fue precisamente Chile uno de los principales impulsores de mantener viva la iniciativa. Para ello, no sólo se decidió retirar más de una decena de normas sobre propiedad intelectual y medicamentos que había exigido Washington y que habían despertado la oposición de algunos sectores pertenecientes a otros países que conformaban el pacto; también se potenciaron los capítulos referidos a temas laborales, medioambientales y anticorrupción, entre otros. Sin embargo, el hecho de que la discusión se haya cargado posteriormente de prejuicios y consideraciones ideológicas, carentes de sustento técnico, terminó entrampando el debate, impidiendo evaluar los beneficios de la iniciativa, que ya ha sido ratificada por nueve de sus 11 miembros, en tanto que potencias como China, Reino Unido o Corea del Sur han manifestado su interés de formar parte del bloque.
Pese a que Chile cuenta con acuerdos bilaterales con todos los demás países firmantes del pacto, el TPP11 ofrece importantes beneficios extras para nuestro país. No sólo porque como señala el economista Klaus Schmidt-Hebbel es el acuerdo más progresista que ha firmado Chile y permite resolver problemas de acuerdos previos, sino también porque involucra beneficios en otras áreas de integración, desde la protección ambiental a la laboral. Además, en el plano comercial, permite mejorar el acceso a mercados como Japón, Canadá o Malasia a más de tres mil productos de los sectores agrícola, forestal y pesquero, entre otros. Termina además con exclusiones de algunos productos agroalimentarios que existían en acuerdos bilaterales anteriores. Todo ello reportará beneficios a las más de 3.500 empresas chilenas que exportan productos a esos países y que representan el 44% de las empresas exportadoras chilenas.
Economías que son vistas como referentes por Chile, como Nueva Zelandia y Canadá, han sido firmes promotores del acuerdo y se han beneficiado de su puesta en marcha. En el primer año de aplicación del pacto, ambos países vieron aumentar los envíos de productos al grupo en un 11% y un 5% respectivamente, y en el caso de otros, como Australia, el alza llegó casi al 20%. En cambio, en el caso de Chile las exportaciones chilenas al bloque cayeron un 36%, según un estudio de Horizontal. El país no sólo está perdiendo competitividad al no avanzar en el pacto, sino que deja de acceder con mayores beneficios a un mercado de 502 millones de personas.
En el actual escenario económico, contar con un instrumento como el TPP11 sería un activo clave para sortear mejor la crisis. La demora en su aprobación no sólo está haciendo que Chile deje de incrementar sus exportaciones en seis mil millones de dólares anuales, según cálculos de un reciente estudio, sino que, además, le impide beneficiarse del impacto positivo que podría tener en el PIB, que según estimaciones conservadoras, podría incrementarse en promedio en un 0,4%. Ello representaría un aumento de ingresos anuales de más de US$ 1.100 millones para el país. Todo lo anterior, sumado al hecho de que las principales aprensiones que había despertado originalmente el pacto ya fueron superadas tras la salida de Estados Unidos, hace aún más incomprensible la demora en su aprobación. Es de esperar que las señales dadas en los últimos días den cuenta de un cambio real en la voluntad del oficialismo.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.