Chile Vamos se juega su futuro
La dispersión de fuerzas y falta de claridad está diluyendo su proyecto político, lo que obliga a una profunda reorientación.
La incapacidad del gobierno y de los partidos de Chile Vamos para ordenar sus filas en torno al rechazo de la reforma constitucional que busca permitir el retiro de fondos previsionales, ha dejado a la vista un cuadro complejo al interior del bloque, una crisis que por sus características parece ir más allá de un episodio coyuntural, abriendo interrogantes sobre su capacidad para gestionar razonablemente los 20 meses que restan de gobierno y eventualmente proyectarse en un nuevo período, como fue la intención luego del contundente triunfo de 2018.
La renuncia de tres diputados de la UDI ante la amenaza de que serían pasados al tribunal supremo de la colectividad, y el profundo quiebre al interior de la bancada de diputados de Renovación Nacional, son los signos más recientes de esta crisis, pero en los días previos las propias dirigencias de ambos partidos habían dado señales de distanciamiento con el gobierno, en un ir y venir de declaraciones o de gestos de molestia, sea por críticas a la conducción política, por la escasa coordinación con los partidos o por cuestionamientos a la forma como el Ejecutivo ha estructurado el paquete de ayuda hacia los sectores medios.
Es sintomático que en una votación donde están en juego principios inherentes a un ideario político -la defensa de la capitalización individual como pilar del sistema de pensiones, pero por sobre todo el cerrar filas respecto de una reforma comprobadamente perjudicial para los intereses de los trabajadores- no haya existido la suficiente convicción para levantar una maciza defensa, ni tampoco mayor aprensión con los efectos que provocaría propinar una dura derrota política al gobierno, la que se agravaría aún más si en el Senado también hay votos “descolgados” del oficialismo, algo que ya está ocurriendo luego de que el senador UDI Iván Moreira anunciara que votará a favor del proyecto.
En los meses venideros el país enfrentará condiciones extremadamente exigentes, tanto porque los devastadores efectos de la pandemia obligarán a un esfuerzo de reconstrucción económica y recuperación de empleo sin precedentes, como por la discusión constitucional que se podría abrir en caso de que triunfe la opción “apruebo” en el próximo plebiscito, donde el actuar cohesionado será fundamental para dicho sector si es que pretende que sus ideas incidan en una nueva Carta Magna. A partir de los recientes acontecimientos existe la posibilidad de que la coalición no tenga la unidad necesaria para enfrentar estos desafíos, y que si antes la queja era por el obstruccionismo de la oposición, ahora lo sea por bloqueos o falta de apoyos desde las propias filas, lo que desde ya sería la ingobernabilidad total.
Este clima de desorden y dispersión que parece ir apoderándose de Chile Vamos, coloca urgente presión para un golpe de timón por parte del Presidente de la República, para lograr poner orden en sus filas y orientar a la coalición hacia objetivos precisos en lo que resta de mandato, y darle una razón de ser al proyecto político que encabeza, ahora más difuso. Esta vez debe jugar sus cartas con especial cuidado, evitando que le ocurra lo mismo que en su primer mandato, que si bien apostó por un cambio de dirección, terminó con su sector dividido. Es evidente que los cambios deberían partir por la actitud del propio Mandatario, que ha optado por un diseño prescindente de los partidos, privilegiando un estilo individualista antes que colectivo. Ello crea una inevitable desafección y estimula actitudes centrífugas.
Los partidos deben tener también más claridad sobre los idearios que representan, en particular Renovación Nacional -el con mayor fuerza parlamentaria dentro del oficialismo-, cuya errática conducción ha terminado por polarizar a sus propias bases. En este contexto, y frente a las desconfianzas reinantes, no cabría descartar de plano la posibilidad de que los propios partidos hagan una reflexión interna para verificar si sus actuales mesas directivas son las mejores cartas para la etapa que viene, algo que planteó el presidente de Evópoli.
Desde las propias filas de Chile Vamos surgen voces que piden un cambio en la conducción política, lo que probablemente pasa por la llegada de figuras con mayor tonelaje, con capacidad de perfilar un proyecto político más comprometido con los idearios que inspiran a esta coalición, particularmente con la recuperación económica, única forma de asegurar que el inmenso conjunto de demandas sociales encuentren forma de ser adecuadamente satisfechas. Es probablemente aquí donde se jugará el legado que Chile Vamos dejará al país, y el tiempo se acaba para actuar.
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