Ciencia y conocimiento para una nueva estrategia de desarrollo

Ciencia y genetica

Por Flavio Salazar Onfray, ministro de Ciencia Tecnología Conocimiento e Innovación

La ciencia, la tecnología, el conocimiento y la cultura no son lujos de países ricos. De hecho, constituyen la base para cualquier proyecto de transición desde un modelo extractivista a una sociedad integralmente avanzada y basada en la innovación, cuyo objetivo central sea la sustentabilidad, entendida como la protección del medio ambiente, de los territorios y de las comunidades que lo habitan.

Particularmente, los efectos del cambio climático obligan a establecer planes de mitigación y adaptación inteligente. En este sentido, la artificial contradicción entre crecimiento económico y derechos sociales se puede conciliar, entre otras medidas, diversificando la matriz productiva del país, en un proyecto de largo plazo que apunte a un nuevo modelo o estrategia de desarrollo basado en el conocimiento, y que otorgue a las instituciones públicas un papel articulador de la sociedad con la academia, el sector productivo y la iniciativa privada.

Chile invierte muy poco en ciencia y conocimiento, por lo que el compromiso de nuestro gobierno de aumento presupuestario para estas áreas constituye un primer paso ineludible. Estos recursos frescos deben alinearse con el nuevo diseño, por lo que las medidas e instrumentos que se adopten deben promover la sustentabilidad, la colaboración por sobre la competencia, la interculturalidad y la igualdad de género, la equidad y diversidad, poseer un claro compromiso descentralizador y un enfoque profundamente transdisciplinar y democratizador.

Los comités interministeriales y la coordinación con los gobiernos regionales para abordar la crisis hídrica y el cambio climático, para recuperar las capacidades nacionales de producir vacunas, para generar capacidades de observación satelital y de manejo de datos y para el desarrollo de una industria de energías verdes buscan avanzar hacia una soberanía nacional de capacidades científicas, que a su vez nos permitirá fortalecer la colaboración internacional necesaria para materializar estas iniciativas y la inserción global.

Estos programas de desarrollo tecnológico deben entenderse como la primera piedra de una nueva estrategia, que exige coordinación con programas específicos de formación de recursos humanos avanzados, de infraestructura transversal, de reinserción de posgraduados en la academia, en la industria y en el Estado. En este sentido, las universidades juegan un papel fundamental, particularmente las públicas en regiones con baja masa crítica.

Por su parte, el sector productivo debe cooperar activamente en las distintas iniciativas para resolver desafíos regionales y de esta forma devolver beneficios a la comunidad que los alberga, donde la recuperación de mayores tributos por la explotación de recursos naturales constituye la más probable fuente de financiamiento para esta tarea.

Existe entusiasmo y convergencia de metas entre los distintos sectores mencionados, entendiendo que hoy más que nunca debemos incorporar a las comunidades. Para esto debemos acercar la ciencia, el conocimiento y la innovación a los colegios, a los territorios y tener como meta principal la felicidad y bienestar de las personas, ya que una nueva sociedad no es solamente una tarea de gobierno, si no un esfuerzo de todas y todos.

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