Columna de Álvaro Pezoa: Las instituciones no funcionan
Ya se ha hecho habitual en Chile, particularmente entre los políticos, afirmar que hay que dejar que las instituciones funcionen. Sin embargo, los hechos muestran que la “institucionalidad” es cada vez más inoperante. Basta revisar someramente los acontecimientos acaecidos las últimas semanas, para constatar esta preocupante situación.
El caso “Dominga” resulta paradigmático. Ante un contundente fallo adverso en los tribunales de justicia, se reúne el comité de “subrogantes” de ministros, estos últimos todos obligados a abstenerse por haber emitido juicios negativos frente el proyecto minero con antelación al fallo en materia medioambiental. Pues bien, el nuevo comité ad hoc vuelve a decidir, por unanimidad, en contra de Dominga en un dictamen que lejos de ser fundamentado en aspectos técnicos se encuentra asentado en posiciones ideológicas. En suma, 10 años con el proyecto parado. Todo esto, en el contexto de la necesidad de cristalizar nuevas inversiones que permitan reimpulsar el alicaído crecimiento económico de la nación.
Los resultados de la prueba PAES muestran el descalabro que ha sido para la educación escolar chilena la reforma efectuada durante el segundo gobierno de Bachelet. Diez años después, los liceos públicos, incluso los denominados “emblemáticos”, se han deteriorado al punto que sus egresados tienen escasísimas oportunidades de entrar a estudiar una carrera exigente en una universidad de prestigio. Las brechas, que se pretendía acortar, han sido agigantadas.
En los tribunales de justicia o las policías se “pierden las pruebas” de causas de connotación pública con una facilidad asombrosa, pasó en la causa contra Jadue, el exalcalde de Recoleta, ahora en la que se lleva contra Monsalve, el exsubsecretario del Interior. Y no ocurre nada.
En los hospitales públicos, a pesar de reiteradas promesas, las listas de espera para operaciones se alargan en vez de acortarse. Se podría seguir extensamente la enumeración, incluyendo al sistema político.
¿Cuáles son las causas de tanta ineficacia? Como las instituciones están compuestas por personas, en ellas ha de encontrarse parte importante de la respuesta, especialmente entre líderes políticos y sociales que por años han venido abjurando de sus auténticas responsabilidades; para muchos el poder y la influencia parecen pesar más que el servicio. La excesiva ideologización en los debates públicos y el enquistamiento de la corrupción en las diferentes esferas del acontecer nacional, sobresalen también dentro de las explicaciones. Faltan capacidades y voluntad de bien.
Chile necesita un cambio de aires: de liderazgos, ideas, propuestas e iniciativa creadora; y, por supuesto, realizar algunas reformas propiamente institucionales, como la del Estado. No más de lo mismo y los mismos.
Por Álvaro Pezoa, director Centro de Ética y Sostenibilidad Empresarial, ESE Business School, U. de Los Andes
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