Columna de Andrés Rebolledo: La integración energética como respuesta al cambio climático
Sequías, tormentas, olas de calor y riesgo de desastres naturales son algunos de los efectos inevitables del cambio climático a nivel mundial. Y América Latina, por su parte, aunque aporta solo del 8% de emisiones globales, tiene territorios altamente expuestos a las amenazas descritas.
Este escenario produce vulnerabilidades en áreas tan relevantes como el sector energético, clave para impulsar nuestras economías. Un estudio realizado por la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) en colaboración con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), revela los importantes impactos que produce la crisis climática en la región.
El reporte señala que América Latina y el Caribe ha apostado por las energías renovables como la solar, eólica, hidroeléctrica, cuya infraestructura puede resultar muy sensible a los efectos del cambio climático como son los eventos extremos, el alza de las temperaturas, vientos fuertes y déficit hídrico, entre otros. Esto produce amenazas en toda la cadena energética: la obtención de los recursos, almacenamiento, generación y distribución de energía.
Debido a los riesgos descritos, los países deben tomar cursos de acción para aumentar la resiliencia. La implementación de proyectos de interconexión regional es parte de respuesta a estos desafíos. Un buen ejemplo lo constituye la infraestructura de trasmisión entre: Colombia-Ecuador, Chile-Argentina, México-Guatemala que han sido ampliamente utilizadas los últimos meses ante las crisis hídricas que enfrenta la región.
Esto ilustra cómo se pueden crear sinergias a través de la infraestructura energética compartida, lo que brinda mayor seguridad y continuidad de suministro.
Algunas naciones llevan la delantera en este ámbito, como es el caso del Sistema de Integración Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC), que ya cuenta con normas, infraestructura, instituciones y 1.800 kms. de líneas de trasmisión que recorre seis países, lo que ha traído grandes beneficios a los sectores productivos y los 50 millones de habitantes de esa subregión.
Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador también han avanzado en la creación del Sistema Interconectado Eléctrico Andino (SINEA), al aprobar en mayo pasado el texto con los reglamentos operativos, comerciales y las funciones del coordinador regional.
Otra iniciativa en desarrollo es el proyecto de Sistema de interconexión Eléctrica de Sur (SIESUR) que está compuesto por una red de líneas de transmisión y subestaciones que permiten la interconexión y el intercambio de energía entre los países del entorno de Mercosur.
Los proyectos mencionados son algunos ejemplos de que la cooperación regional para mejorar la seguridad energética y promover el desarrollo de proyectos sostenibles en América Latina, son clave. La idea es que en conjunto y con mirada a largo plazo, los países puedan reducir sus vulnerabilidades y adoptar acciones para enfrentar mejor el cambio climático.
Por Andrés Rebolledo, Secretario ejecutivo, Organización Latinoamericana de Energía (OLADE)
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