Columna de Ascanio Cavallo: La maldición de la mayoría
Quizás algunos lo previeron. Difícil, pero posible. El lunes 8 de mayo fue el día más crispado de la Comisión Experta, después de tres meses de trabajo en un nuevo proyecto de Constitución. Igual que el resto de Chile, la Comisión estaba conmocionada por los resultados de las elecciones del día anterior. Sólo cabía especular, interrogarse, comentar. Perplejidad, en una palabra.
Hasta el viernes anterior, parecía que la Comisión entraba en un callejón. La izquierda había presentado casi 900 indicaciones al primer borrador, preparando posiciones para la fase final. Parece improbable que, al diseñar el proceso, el Acuerdo por Chile pudiera prever que las elecciones de convencionales tuviesen este efecto en el trabajo de la Comisión, a un mes de terminar su texto. Pero la izquierda sí intuía una derrota. Las 900 indicaciones serían como la línea Maginot: trincheras y alambres de púas. Nadie esperaba una derrota de esas proporciones.
Pero esto es lo que ocurrió: pasada la conmoción del lunes, las sesiones se reiniciaron con otro espíritu. Las indicaciones empezaron a resolverse con rapidez y hubo un creciente aumento en el nivel de acuerdos, ya por la renuncia a posiciones maximalistas, ya por las soluciones transitorias, ya por el hallazgo de redacciones ingeniosas.
Esta semana, prácticamente todas las disensiones quedaron resueltas, con una sola excepción: el estatuto constitucional de la provisión de salud. Es evidente que el desacuerdo ha sido influido por la coyuntura, es decir, por la situación de las isapres, que, paradójicamente, no ha sido creada por los órganos políticos, sino por el fallo de la sala de la Corte Suprema donde impera el ministro Sergio Muñoz. La salud será un artículo vacío en el proyecto que reciba el Consejo Constitucional elegido el domingo 7. En otras palabras, lo zanjará un órgano con amplia hegemonía del Partido Republicano.
El hecho grueso es que en estas dos semanas pasadas se produjo una mutua adecuación a la nueva situación, en la derecha tanto como en la izquierda. De acuerdo con la descripción de un inteligente experto de la derecha, la izquierda llegó a la conclusión de que no puede restarse y la derecha, que debe facilitar las cosas para que la izquierda no quede excluida. Sería la primera Constitución de la historia de Chile redactada a partes equivalentes por la derecha y por la izquierda.
El centro, que en otro momento habría sido la fuerza dirimente, ha tenido sólo una pequeña participación con dos expertas de la DC. En el Consejo no tendrá ninguna. Como en una venganza de la historia, el partido que nació de una rebelión contra el Partido Conservador ha sido sustituido por el partido más conservador del actual mapa político.
Después de su triunfo arrollador el domingo 7, el Partido Republicano se encontrará, a partir del miércoles 7 de junio, con un texto de alto consenso, en contra del cual se aliarán los maximalistas de todos los lados para convocar a rechazarlo en el plebiscito de diciembre.
En concordancia con la mayoría que le fue conferida, el partido de José Antonio Kast tendrá la responsabilidad de lograr que esos esfuerzos no prosperen. La Comisión Experta le presentará, según sus participantes, un texto equilibrado, sin militancia, que moderniza el sistema político y neutraliza la adscripción del sistema económico. Un texto que esquiva los trampantojos de la ideología. La izquierda podría decir que se ha sepultado al neoliberalismo; la derecha, que se ha descartado el estatismo.
No hay texto perfecto, nadie debería tener esa expectativa. Como escribió una vez el gran Pedro Antonio de Alarcón: “Para Apolo, demasiado fuerte; para Hércules, demasiado esbelto”. Los ocho o 10 temas que constituían la línea de choque fueron limados hasta que quedó sólo uno. Es un panorama en el que el Partido Republicano sólo tendría que contener los dos apetitos que son la maldición de la mayoría: el perfeccionismo y la estética identitaria. Esto no lo supo la ultraizquierda de la Convención, ni se lo advirtieron los intelectuales de centroizquierda, que en realidad no le advirtieron nada.
Si eso no ocurre, si las tentaciones prevalecen, el más intenso proceso de debate constitucional de la historia de Chile terminará muriendo de apoptosis, de puro cansancio.
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