Columna de Carlos Correa: La delgada línea roja
Ha sido motivo de discusión hasta dónde llega la prescindencia del gobierno respecto al plebiscito de septiembre sobre la nueva Constitución. La Contraloría ha sido clara respecto a que los recursos públicos y los roles de las autoridades en el ejercicio de sus funciones no deben ser utilizados con fines electorales. La situación no es comparable al plebiscito de entrada, donde la administración Piñera no tuvo injerencia alguna, entre otras cosas, porque su propio gabinete estaba dividido.
En el caso actual todos los ministros están por la opción Apruebo, al igual que los partidos de los dos anillos de la coalición. El actual ministro Segpres fue claro en su momento al vincular la gestión de la administración y, en especial, las reformas a la aprobación de una nueva Constitución. Resulta imposible hacer la separación entre el gobierno y la campaña, como trató de manifestarlo en una entrevista a este medio el coordinador Felipe Heusser. Más aún, según la reciente encuesta Activa, el 90% de quienes aprueban la gestión del gobierno están por la opción de respaldar una nueva Constitución, mostrando más la amalgama de ambas posiciones.
Eso bien lo sabe la oposición, y en la desesperación por la jugada presidencial de la semana pasada, cometió el primer error de la campaña del Rechazo. Se apersonó en la Contraloría el candidato derrotado José Antonio Kast, rodeado por conocidos fanáticos de la plaza, a acusar al gobierno. Esa imagen era una dulce melodía en La Moneda, y mostraba que la movida del presidente estaba dando frutos. Pero rápidamente en el Rechazo se dieron cuenta del riesgo y salieron en masa para devolver a los sarcófagos respectivos a los demonios. Las metidas de pata tipo Chayanne que cometió el Apruebo ayudaron también a olvidarse de la aparición de Kast.
En la oposición surgen cada vez más las sospechas que tras la entrega masiva de textos constitucionales, está la decisión del gobierno de irse con todo por el Apruebo. El problema que tiene es que, si critica al gobierno solo por dar a difundir el texto, quedan como contrarios a una difusión amplia. Esa discusión se torna parecida a la que tuvo la élite católica con Martín Lutero cuando difundía la biblia en alemán, y sabemos cómo terminó. La distribución del texto está dentro de la línea que puso la Contraloría, y el gobierno puede siempre argumentar que está haciendo una campaña de difusión, aunque el deseo sea otro, y en la pantalla se vea distinto.
¿Puede el gobierno abstraerse de la campaña del Apruebo, como sugiere Pepe Auth en un tuit? A esta altura parece que no. Incluso el daño sería mayor si ganara el Rechazo y el gobierno hubiese optado por una abstención total. En el festival de las culpas que se desatará el 5 de septiembre, al Presidente le habría tocado la gaviota de oro, pues la izquierda diría que pudo haberse hecho mucho más.
Pero sigue teniendo una salida honrosa, mencionada por el diputado Mirosevic y el senador Lagos Weber. Boric puede de nuevo arriesgarse y proponer un acuerdo previo a que se abran las urnas el 4 de septiembre. Algo de ello tiene avanzado al quitarle trabas al proyecto de rebaja de quorum que propusieron los senadores Araya, Rincón y Walker. Si toma ese camino será también un chorro de la calma necesaria para enfrentar las reformas que tiene su programa y las dificultades que atraviesa el país.
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