Columna de Cristián Valdivieso: Crecimiento económico: el consenso social del 2024
Termina 2024 con un consenso insospechado hace unos años: sin crecimiento económico, no hay futuro. Si el país no crece, seguiremos atrapados en el estancamiento, faltos de esperanza y rumbo. Esta convicción no surge de un relato hegemónico ni ideológico, sino de una cruda realidad compartida por trabajadores, empresarios, académicos y, sobre todo, por la ciudadanía.
En la última década, el PIB ha crecido en promedio apenas un 2% anual, muy por debajo del dinamismo que caracterizó las décadas de los 90 y 2000. Aún más alarmante es que la tendencia es decreciente: el gobierno actual cerrará con un crecimiento promedio proyectado de 1,6%, el más bajo desde 1990. Estas cifras no son solo datos técnicos; son el reflejo de una crisis cotidiana que golpea a millones de familias. El empleo formal ha retrocedido, y uno de cada tres trabajadores depende hoy de la informalidad, con ingresos inestables, sin protección social y con el sueño de movilidad social desvanecido.
El problema ya no es el diagnóstico, es la falta de una hoja de ruta compartida para salir de esta situación. Propuestas hay: destrabar la permisología, ajustar el sistema tributario, reformar el mercado laboral, incentivar la inversión privada y modernizar el Estado. Todas buenas ideas, pero que no han logrado articular un pacto transversal pro crecimiento. Visto así, la frustración por el estancamiento marcará la agenda de 2025, particularmente en el contexto electoral. Las promesas vacías no tendrán cabida, la sociedad buscará un liderazgo presidencial creíble en materia económica, capaz de ofrecer un plan concreto y viable para devolverle al país el dinamismo perdido.
El empresariado, por su parte, tiene la oportunidad de protagonizar este nuevo pacto para demostrar que el crecimiento es bastante más que “chorreo”, que puede ser inclusivo, tangible y virtuoso para la mayoría. Si tanto se habla de una “batalla cultural”, este es el mejor contexto para hacer del crecimiento un valor cultural e inspiracional para el conjunto de la sociedad.
Pero los números imponen un sentido de urgencia. Con una deuda pública que supera el 40% del PIB, una inflación que erosiona el poder adquisitivo de las familias y un mercado laboral estancado, no hay espacio para más dilaciones. La ciudadanía está harta de retóricas vacías y consignas ideológicas. Presionará por acciones concretas y liderazgos con la convicción necesaria para implementarlas.
El 2024 cierra con un diagnóstico compartido sobre la necesidad de crecer, pero sin acuerdo sobre cómo hacerlo. El 2025 será el año de decisiones y elecciones marcadas por las expectativas de un nuevo ciclo de desarrollo. Si no volvemos a crecer, enfrentaremos un futuro aún más incierto y angustioso, con el riesgo político de que la población salga en búsqueda de soluciones desesperadas como las del otro lado de la cordillera. Convicción y concreción. Eso es lo que la ciudadanía demandará el 2025 frente a la urgencia de volver a crecer.
Por Cristián Valdivieso, director de Criteria
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