Columna de Cristián Valdivieso: Gobernar para el 30%
¿Qué arriesga la izquierda al gobernar para el 30%? En La Moneda parecen creer que poco.
Los datos de una reciente encuesta Criteria revelan un hecho llamativo. Mientras los atributos de Gabriel Boric son cada vez más valorados por ese 30%, su figura provoca cada vez más rechazo en el 70%. Para su base, el Presidente aparece como un líder honesto, transparente, competente y trabajador. Sin embargo, para el resto, la percepción es opuesta: un Presidente cada vez más incapaz de gestionar crisis, sin liderazgo y más flojo que trabajador.
Este contraste es producto de una narrativa cuidadosamente construida. La apuesta oficial presenta a un Presidente joven, pero dispuesto a aprender; transparente y bienintencionado, aun con errores; impulsivo, pero capaz de pedir perdón con humildad. Lo retrata como un improvisador ingenioso, dispuesto a decir lo que piensa, reactivo ante toda injusticia y particularmente empático con el sufrimiento de los suyos.
Este retrato ha consolidado una base sólida de apoyo para Boric, que lo percibe como una figura quijotesca, casi de culto. Sin embargo, como contrapartida, esta metáfora polariza su imagen, generando frustración y rabia en una mayoría que lo ve desconectado e incapaz de liderar un buen gobierno.
¿A quién beneficia esta estrategia? Algunos sostienen que está pavimentando el camino para un eventual segundo mandato de Boric.
El problema es que la memoria colectiva, aunque frágil, se basa en hechos concretos recuperables como valor presente. Bachelet volvió no tanto por lo que representaba sino por su legado tangible: el Pilar Solidario y su gestión en la crisis subprime con Andrés Velasco. Piñera regresó no por carisma o encuestas, sino porque su primera administración fue sinónimo de crecimiento económico.
¿Qué legado recordarán los chilenos al momento de, con voto obligatorio, decidir si apoyan nuevamente a Boric? ¿Que fue un aprendiz carismático? ¿Que “normalizó” el país? Es difícil imaginarlo, especialmente cuando la Encuesta Criteria sugiere que el énfasis en la figura presidencial y el simbolismo excesivo han opacado los logros del gobierno.
Algo similar ocurre con el equipo ministerial, que no logra destacar, por más esfuerzos o logros que intenten mostrar. La relevancia (o irrelevancia) del equipo depende, en gran medida, del humor, el tono, las salidas de libreto y la retórica presidencial.
El oficialismo -especialmente el socialismo democrático- debería plantearse una pregunta incómoda y urgente: ¿de qué sirve gobernar para ese 30% boricista si, debido al personalismo del Mandatario y a la falta de un proyecto político, no hay manera de transferir esa base hacia un liderazgo distinto al de Boric?
Visto así, la apuesta podría salirle cara al oficialismo: quedarse con un líder quijotesco, sin legado y con apoyo minoritario, y, de cara al próximo año, sin un proyecto político sólido ni un liderazgo presidencial capaz de evitar una segunda vuelta entre dos candidatos opositores.
Por Cristián Valdivieso, director de Criteria
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