Columna de Cristián Valdivieso: Rabia, mucha rabia

Acusacion constitucional contra ministro Jean Pierre Matus
Rabia, mucha rabia. Raul Zamora/Aton Chile


La clase política insiste en su juego polarizante. Con las elecciones a la vuelta de la esquina y coincidiendo con los cinco años del estallido social, ya tienen otro motivo de pelea: el oficialismo culpa a la oposición por negarse a abordar las causas del estallido; la oposición responsabiliza al gobierno de haberlo instigado y de sus consecuencias.

Cinco años después, pareciera que no aprendieron nada. El gobierno propone un proyecto para refinanciar el CAE que elitizará más la educación, pero hecho a la medida de su base electoral. Al mismo tiempo, la oposición apela a su electorado acusando constitucionalmente a la ministra del Interior. La derecha abusa del discurso de seguridad, mientras el gobierno, declarado feminista, esta semana ha dejado claro que instrumentaliza al feminismo. Suma y sigue. Unos acusan a otros de corrupción a propósito de Hermosilla; los otros responden con Procultura.

Es un baile de máscaras en el que solo participan ellos, mientras la sociedad observa lo evidente: no les importa la educación, no les interesa ni la seguridad ni el feminismo, y sí, parecen todos corruptos.

Un diagnóstico que genera no solo decepción, sino rabia. Una encuesta Criteria lo deja claro: un 31% cree que “la violencia en las manifestaciones es la única manera de ser escuchados por la clase política”, 10 puntos menos que durante el estallido, pero 18 más que hace dos años.

Este descontento no es una defensa de la violencia, sino una respuesta desesperada ante una élite que, desde la comodidad de sus curules, exacerba las diferencias con aparente indiferencia por lo urgente.

Visto así, es probable que la rabia explote en las próximas elecciones como un castigo general a políticos que vuelven a pedir el voto tras cuatro años en que han sacado literalmente “a pasear” constitucionalmente a la ciudadanía para dejarla peor.

La dinámica polarizante favorecerá a los partidos extremos frente a los más centristas en las elecciones de la próxima semana. Sin embargo, quienes verdaderamente capitalizarán esta rabia serán los nulos y blancos y, particularmente, los “independientes”, esos que posan de impolutos sólo por renegar de la política tradicional. O, ¿no fue eso lo que ya vivimos con la lista del pueblo? ¿Se dará cuenta esta élite política que mientras vive en Narnia, cada vez más personas buscan atajos al sistema de representación? ¿Recordarán los aplausos que en algún momento cosechaba Pinochet mezclando la política con “politiquería y demagogia”?

Con los resultados electorales en mano, es de esperar que el instinto de supervivencia los despierte. Que de una buena vez asuman que sin un sistema electoral que incentive los acuerdos, no habrá forma de responder pragmática y no ideológicamente a las expectativas sociales. Ojalá despierten, ya no para detener la rabia sino sólo para que ésta no suba los 10 puntos que le faltan para estallar dentro o fuera de las urnas.

Rabia, mucha rabia, porque, en gran medida, la República está en sus manos.

Por Cristián Valdivieso, director de Criteria

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