Columna de Cristián Valenzuela: Desconexión
Entre whatsapp y whatsapp, la atención mediática sobre los casos de corrupción de los últimos días cede un poco para dejar espacio al recuerdo de una nueva conmemoración del 11 de septiembre. De lado a lado, se suceden interpretaciones, homenajes y reflexiones de lo que aconteció hace 51 años.
La agenda política está copada: corrupción y división. ¿Y la agenda de los chilenos? Sigue esperando. Las preocupaciones de la ciudadanía son claras: seguridad, economía y salud. La agenda de los chilenos tiene poco y nada que ver con la agenda de los políticos.
Por supuesto que las revelaciones del Caso Hermosilla, el eventual tráfico de influencias u otros delitos asociados que involucrarían a ministros de la Corte Suprema, parlamentarios, ex y actuales autoridades de gobierno es algo que debe investigarse y sancionarse con todo el rigor posible. Por supuesto que la reflexión sobre los 51 años del 11/S y la mirada que existe sobre el respeto a la institucionalidad y los derechos humanos es muy relevante.
Pero, ¿es posible que esa agenda también vaya de la mano con la agenda de los chilenos? ¿Es factible que distintos actores políticos y los medios de comunicación asuman con mayor decisión la necesidad de darle más protagonismo a los temas que marcan la agenda de los chilenos?
Para algunos resulta cómodo no hablar de la crisis de seguridad mientras siguen matando personas y los delitos aumentan. Para otros resulta fácil ignorar el debate sobre el crecimiento económico y las proyecciones para los próximos años, mientras la inversión se estanca y el desempleo se mantiene alto. Para los menos, resulta fundamental ignorar el debate sobre la crisis de la salud pública, mientras los adultos mayores mueren en una lista de espera eterna, esperando por una atención que nunca llega.
Muchos se preguntan por qué hay malestar entre los chilenos y por qué las demandas sociales siguen insatisfechas. Algunos creen, ingenuamente, que los chilenos están obsesionados por los casos de corrupción y que rechazan a los políticos exclusivamente por una participación en ellos. Otros aseguran que la división que viven los chilenos se mantiene intacta desde 1973 y que hoy en cada hogar es el único tema en agenda.
Tiendo a pensar que la inmensa mayoría de los chilenos no está en ese derrotero. Al contrario, miles de chilenos solo piensan en como llegar a fin de mes y sueñan con tener un trabajo digno, formal y que perdure en el tiempo. Cientos de miles de chilenos esperan que la economía mejore y salga de la mediocridad promedio que ha mercado el devenir de Chile en los últimos diez años y se proyecta igual o peor para la década que viene. Más de dos millones esperan impacientes que la salud pública les otorgue una atención digna y oportuna, evitando en muchos casos una muerte segura. Millones de chilenos aspiran a vivir en paz y anhelan poder salir a jugar o caminar en la calle, sin temor a ser asaltados o violentados. Ni más ni menos.
La lucha en contra de la corrupción es fundamental y la discusión sobre la memoria histórica también. Pero también es fundamental que esas discusiones no consuman todo el ancho de banda de la esfera pública, invisibilizando la agenda de temas que son verdaderamente urgentes para la inmensa mayoría de los chilenos. Los actores públicos también tienen el deber de no desconectarse de la ciudadanía y asumir en propiedad el mandato para el que fueron electos.
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