Columna de Cristóbal Osorio: Un gabinete para evitar el calvario
El presidente Gabriel Boric requiere de un cambio de gabinete pronto.
El Caso Monsalve, la vocería presidencial de 53 minutos, una elección local que reordenará la distribución de fuerzas políticas y la fecha límite de mediados de noviembre para que sus ministros renuncien, si es que quieren competir en las parlamentarias de 2025, son elementos suficientes para reiniciar el ciclo político.
Ciclo de un año y un puñado de meses, en un clima de crisis política y valórica, en medio de una elección presidencial. El último en el que se puede intentar reclamar un legado.
Así, independientemente de los resultados de la elección de este fin de semana, el Presidente debe evitar la desbandada de su equipo, cuyas figuras estarán tentadas de buscar una salida parlamentaria a sus carreras, en especial si es que calculan que no hay posibilidades de retener el gobierno en 2025.
Dicho de otro modo, Boric debe intentar tener todas las cartas disponibles para hacer su última apuesta por un gabinete diseñado por él y no por las circunstancias; un gabinete reforzado y no parchando. Su última chance para enfrentar la recta final de su periodo con ánimo e iniciativa, para así no conformarse con haber sujetado la estantería en tiempos de crisis y cumplir con algo de su proyecto político. O de lo contrario, sus últimos meses en el poder serán un calvario.
Como en toda temporada de fichajes, lo primero es mantener a los puntales. Si bien el equipo económico no ha brillado en la ofensiva de las reformas, ha estado bien en la defensa, enfrentando con solvencia la agenda pro-crecimiento, con lo que se puede esperar una dinámica de atracción de inversiones, en especial si se pone el cascabel a la permisología.
Claro, solo por eso Boric no será recordado como un gran estadista, pero al menos no sembrará la falsa disyuntiva entre el progresismo político y el progreso económico.
También parece prudente mantener en su cargo a Carolina Tohá, siempre y cuando no se enrede su participación en el Caso Monsalve. Pero, el Comité Político que ella está llamada a liderar debe vencer la tentación de transformarse en celador de Gabriel Boric, como se ha sugerido, como si él se tratase de un tótem -o peor- de una persona no emancipada que requiere de cuidados políticos especiales. Un craso error, pues el Presidente sigue siendo el personaje más poderoso del país, y porque sus colaboradores tienen deberes ejecutivos de peso propio y sirven a un proyecto político y no a un líder carismático.
La salida intempestiva del ahora ex subsecretario Manuel Monsalve abre una brecha en materia de seguridad. El fichaje de Luis Cordero asegura densidad y fortaleza en la crisis, y representa una opción para avanzar en la materia. Tampoco debiese salir, pues, aunque nadie acá gane el título de estadista por evitar un descalabro, se trata de una responsabilidad mayor.
En cuanto a los nuevos rostros es difícil dar nombres, pero es de esperar que lleguen con ánimo y que su experiencia no se transforme en la cadencia de como quien viene a cerrar la puerta. Tampoco debería haber un juego de enroques que revele una pobreza franciscana, ni la llegada de derrotados de las elecciones ni descartados de las planillas parlamentarias, ni -mucho menos- miembros de la amistocracia presidencial.
Es el momento para gente talentosa, audaz, que busque proyección, y que quepa en un dibujo táctico que entienda que las opciones son legado o calvario.
Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional, U. de Chile.
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