Columna de Gabriel Alemparte: Cuenta pública y pensiones, 60 segundos de nada

GABRIEL BORIC
Dedvi Missene

Cabe preguntarse a estas alturas si el gobierno ya tiró la toalla con la reforma de pensiones o sólo desea marcar un punto ideológico con la oposición y culparlos cuando la reforma no se apruebe.



Tras la tercera cuenta pública del Presidente Gabriel Boric, y ante la falta de avances importantes en las materias programáticas relevantes, no sorprende mucho que la agenda valórica haya tomado los principales anuncios, y el Jefe del Estado haya optado por buscar una agenda de enfrentamiento y no de acuerdos para sostener a su feligresía; y jugar a la negación de una agenda que hace imposible el diálogo. Véase solamente como la DC, entre la negación-conveniente de colaboración que incluso mantuvieron ante el desastre constitucional de 2022, amaneció del mal sueño y con sus “socios” aplastándolos sin preguntar, obligados a pensar qué hacer con el aborto libre propuesto.

En un gobierno políticamente derrotado, en términos de gestión y sin visión, y con una economía que grita en todos los sectores por el desastre que la autoridad no comprende, esto es, que sólo explica en cifras vacías a los chilenos; hoy todos pagamos impuestos adicionales para la inversión. Tributos disfrazados en permisología digna de Kafka y la delincuencia y el terrorismo que producen incertezas ante la incapacidad del Estado. Una cifra para explicar mucho de lo poco que el gobierno comprende de la magnitud de esta crisis es el aumento del trabajo informal, el que alcanzó un 28,2% en el último trimestre, su nivel más alto desde diciembre de 2021. Más allá de si este giro es políticamente viable y si ayuda o no a generar acuerdos en un escenario donde el gobierno es casi minoría en ambas cámaras -si no lo era en la Cámara Baja, tras el anuncio del aborto libre, ahora sí que lo es- (suponemos); es preocupante el poco espacio que se le dio al tema pensiones. Es una de las materias donde se dirime el futuro de la calidad de vida de los chilenos, pero apenas recibió 60 segundos del discurso presidencial, de 2 horas 45 minutos de duración.

Recordemos que antes de la cuenta el Gobierno insistió en varias instancias en la importancia de avanzar en la votación de su equivocado proyecto, que no ha recibido modificaciones tras ser cercenado en su paso por la Cámara de Diputados. El hecho de que el Presidente haya decidido no hacer mayor abundamiento en su discurso más importante del año sobre los potenciales cambios que le hará a su reforma, con el fin de lograr su aprobación en un Senado donde debe, por necesidad, sentarse a negociar, entrega opacas luces sobre el futuro de la misma.

Según todas las encuestas, las personas prefieren tener el 6% extra de los fondos en sus cuentas individuales, y poseer el derecho a elegir sobre quién administra sus fondos, si un ente bajo control estatal o entidades privadas. Pese a ese deseo de las personas, el gobierno no se ha movido un ápice de su posición, dificultando así cualquier acuerdo razonable.

El Presidente dejó pasar la oportunidad de anunciar con bombos y platillos cambios a su reforma, una que sea más moderada y menos revolucionaria, quizás de impactos más acotados, pero que reconozca y valorice el deseo de los chilenos de que sus cotizaciones -que son fruto de su trabajo- son de ellos y heredables a sus familiares, y no para ser usados por el Estado para distintos fines. Si el argumento del gobierno sigue siendo que, dado que la cotización adicional es de parte del empleador y por ende, no del trabajador, no llegará muy lejos, ya que cualquiera sabe que el trabajador será quien más pague el costo de este “impuesto al trabajo”, algo que el propio Presidente Boric señaló cuando era diputado (sí, hay registro en video… siempre hay uno). Sumemos a lo anterior, una columna del fin de semana donde la Ministra Vallejo señaló que aún no se cumplía una de las promesas del gobierno, cual era “acabar con las AFP” así clarito y sin ambages.

Cabe preguntarse a estas alturas si el gobierno ya tiró la toalla con la reforma o sólo desea marcar un punto ideológico con la oposición y culparlos cuando la reforma no se apruebe. No sería una mala estrategia si lo que se busca es posicionar mejor a la ministra Jara en alguna futura campaña al Congreso o incluso como la abanderada del Partido Comunista para la carrera por el sillón de O’Higgins.

No lo sabemos a ciencia cierta. Pero es lo que nos señalan los míseros 60 segundos que se le dedicaron al tema previsional, aún una de las mayores preocupaciones de los chilenos. Si de verdad el objetivo es mejorar las pensiones ahora y no en el próximo período presidencial, lo que corresponde es ser prácticos y considerar lo que sí está dispuesto el Parlamento. ¿Para qué alcanzan los votos hoy? ¿Puede vivir el gobierno con lo que se logre negociar, probablemente una reforma mucho más acotada y moderada, pero que sí mejore las pensiones? Por el bien del país, esperemos que prime el pragmatismo y no el cálculo político o ideológico, en pos de la mejor situación de nuestros compatriotas.