Columna de Gonzalo Larraguibel: Directorios frente a una economía debilitada, alta inflación y gran incertidumbre, ¿cómo gestionarlo?
"Debemos tener presente el rápido y profundo cambio de las expectativas de la sociedad sobre las empresas, “DESDE” concebirse como instituciones cuyo objetivo fundamental era crear valor para los accionistas “A” ser entidades centradas en crear valor sustentable para la sociedad, considerando también en ello a sus clientes, colaboradores, proveedores y comunidades."
La inflación se ha incrementado en los últimos meses, sembrando preocupaciones en los bancos centrales y autoridades a nivel global. En efecto, el alza anualizada ha sido la mayor de las últimas cuatro décadas, alcanzando un 8,1% en Europa y 8,6% en Estados Unidos, por señalar algunos ejemplos donde Chile no ha sido la excepción. Por el contrario, con un 11,5% en los últimos 12 meses, nuestro país ha multiplicado casi por cuatro su inflación anualizada histórica que, en promedio, ha sido de 3% en las últimas 3 décadas. Esto, sumado a economías debilitadas y de bajo crecimiento, una guerra catastrófica que ha potenciado la escasez de múltiples productos, cadenas de suministro fuertemente afectadas y una situación sanitaria que aún parece más incierta de lo que quisiéramos, entre otros factores, hacen que la amenaza de una “recesión” y “estanflación” mundial emerjan cada vez con más fuerza, tal como advierte el Banco Mundial y otros organismos expertos.
Adicionalmente, no podemos obviar que localmente estamos viviendo procesos que han contribuido de manera importante a debilitar aún más nuestra situación, entre otros, el exceso de liquidez y el aumento de la demanda generada por los retiros de los fondos de pensiones y los IFE reiterados, así como también la gran incertidumbre y polarización emanada de un proceso constituyente aún en curso y un sistema político en crisis, el cual podría tardar incluso una década en converger, más allá de lo que suceda en el plebiscito de salida programado para el 4 de septiembre.
Ante este desafiante contexto parece oportuno preguntarse qué es posible cambiar en la gestión de las empresas, tanto en temas de corto como de largo plazo. En conversaciones con presidentes y directores de empresas locales, muchos comentan en privado su frustración con el extremado foco que mantienen algunos directorios en temas de control y formalidades, sin destinar tiempo suficiente a debatir asuntos estratégicos que permitan adaptarse más decididamente a los cambios que vienen. Entre las medidas posibles e inmediatas de abordar, que por lo demás se muestran cada vez más urgentes, se incluye ajustar precios a público para defenderse de las subidas inflacionarias, cuidando de no impactar muy negativamente los volúmenes de ventas; implementar iniciativas de eficiencia de costos que mejoren estructuralmente los márgenes; incrementar la productividad mediante soluciones tecnológicas, y/o optimizar el capital de trabajo, especialmente ahora que las cadenas de suministro están en distrés y se vuelven más locales. En paralelo, hay empresas considerando medidas más de fondo, donde la inversión fuera de Chile muchas veces se muestra como una alternativa atractiva, por no decir necesaria, para sostener el crecimiento y diversificar los riesgo.
El escenario político y económico de hoy no lo habíamos experimentado desde los 80′, cuando muchos de los actuales líderes empresariales aún se encontraban en la universidad, por lo que saber cómo hacerle frente no necesariamente se encuentra entre sus habilidades y conocimientos. Además, hoy se suma un contexto social, medioambiental y sanitario que es muy diferente al de aquella época, siendo necesario combinar la experiencia con la capacidad de desafiar y navegar los nuevos paradigmas. En ello, debemos tener presente el rápido y profundo cambio de las expectativas de la sociedad sobre las empresas, “DESDE” concebirse como instituciones cuyo objetivo fundamental era crear valor para los accionistas “A” ser entidades centradas en crear valor sustentable para la sociedad, considerando también en ello a sus clientes, colaboradores, proveedores y comunidades.
Para avanzar, es necesario adoptar formas de trabajo más adaptativas, ágiles,colaborativas, innovadoras y horizontales, así como también una mayor orientación a la eficiencia y la productividad. Se trata de una realidad que aún no está presente en muchas empresas e instituciones públicas del país, donde los esfuerzos evolutivos y limitados aún predominan por sobre el cambio y la disrupción. No obstante, tal y como la pandemia obligó a las organizaciones a dar un salto digital, el shock inflacionario, el bajo crecimiento y la alta incertidumbre seguramente las forzará a efectuar estos cambios con mayor celeridad y agresividad. En su empresa, ¿abordará de manera proactiva los temas estructurales y estratégicos? ¿Seguirá con progresos discretos o avanzará en soluciones más estructurales y disruptivas? ¿Tiene los líderes adecuados para subsistir y competir en el escenario que viene?
*El autor es socio fundador Virtus Partners.