Columna de Gonzalo Restini: “Milei antes de Milei”
“Ahora anunció que la primera etapa de su plan, aquel que nos esbozó, está cumplida. Va por la 2ª parte: menos Estado, menos regulación, menos impuestos, más plata en manos de la gente. Todo lo contrario de lo que hablamos en Chile. Obviamente sigue generando anticuerpos y su éxito no está garantizado, pero sus logros son impresionantes. Si consigue consolidarlos, será el antídoto final al desastre de décadas de peronismo. Y quizás, como predijo Paul Johnson, Argentina marque el rumbo del futuro de Latinoamérica. Aunque sea 75 años después”.
“Si Argentina hubiese mantenido un crecimiento económico dinámico durante los años 50, la historia de América Latina habría sido distinta”. Paul Johnson, Tiempos Modernos.
Milei cumplió un año en el poder. Tengo una historia curiosa con él. Fui, casi con total seguridad, el primer chileno en hablar públicamente con Milei. Corría marzo de 2017 y un amigo argentino, con quien trabajé en una casa de inversiones, me dice: “Gonza, tenés que llevar a tu programa de radio a un economista argentino que está totalmente loco, pero dice cosas interesantes. Ojo, es un showman, pero está buenísimo: Javier Milei”. Pedí que lo ubicaran. Había aparecido por primera vez en el programa de TV de Fantino en Argentina en junio del 2016, pocos meses antes.
Así, el 26 de abril de 2017 llegó a nuestro programa “Información Privilegiada”. Estuve revisando los audios de esa conversación y otra que sostuvimos en junio del mismo año. Pasados ya más de 7 años, no cabe sino admirar la lectura lúcida de Milei. Todo lo que en ese momento nos dio la impresión de ser exagerado, fingido, o “show”, hoy parece una precisa descripción de un país enfermo. Era imposible imaginar que poco tiempo después el tipo sería presidente y tapa de The Economist. Menos aún, que él mismo liderara el proceso para implementar su visión, dibujada ya en ese minuto con claridad sorprendente. Todo estaba ahí, anunciado, como una profecía.
En abril de 2017 no teníamos idea del personaje al que nos exponíamos. Esperábamos una conversación “normal”, como las que regularmente tenemos con economistas extranjeros. Milei nos descolocó de inmediato en forma y fondo. Macri parecía llevar a Argentina hacia una recuperación. Pero Milei fue lapidario. Con un rápido y preciso manejo de números y una retórica agresiva y algo desagradable, hizo un crudo diagnóstico: “Macri tiene un discurso liberal, pero en la instrumentación, es un socialista”, “Argentina es un país inviable. La presión impositiva hace imposible que cualquier proyecto sea rentable”, “El gradualismo está condenado al fracaso”, “La única solución para Argentina es una reforma fiscal homérica”.
Sólo tres meses después, Milei daba por muerto a Macri. Mirado en retrospectiva, su proyecto ya estaba totalmente delineado en su cabeza. Con detalles: “Argentina necesita un cambio en 180 grados. Hay que hacer un ajuste de ocho puntos del PIB y generar un 2% de superávit primario”, “No hay proyecto que funcione con esta presión impositiva. Es una máquina de picar carne, no sale nada por el otro lado”. Conectaba fluidamente los problemas micro con las consecuencias macro: “Si no está el capital, no se puede crecer. ¿Quién gana más, un trabajador que hace un pozo con una palita de playa, o uno sobre una retroexcavadora de millones de dólares, que es infinitamente más productivo?? Si le sacás el capital a quien no lo tiene para progresar, te hundes. ¡Multiplicás el número de pobres!!”. Ante nuestra duda respecto a la viabilidad política de estas medidas, respondió con furia: “La corporación política chorra y parasitaria maneja el 50% del PBI. Viabilidad política es ser condescendientes con este grupo de delincuentes que tiene tomado el país. Del otro lado estamos los esclavos tributarios. ¡Y la única contraprestación que recibimos son políticos millonarios!”. Hasta al Papa se lo repasó: “¡Es un impresentable, que alienta ese verso de la justicia social, que es quitarle al que trabaja para darle a quien le parezca a los políticos!”. “La Argentina se jodió con Perón. Pasó de ser el 5º país del mundo en PBI per cápita, al 53. Todo con este verso de la justicia social, que ahí donde hay una necesidad, hay un derecho”. “¡Esa farsa encubre un robo y engendra una sociedad de saqueadores, envidiosos y resentidos, que castigan al exitoso, que no puede progresar!”. Escuchábamos sorprendidos a este energúmeno. Le preguntamos quién podía liderar un cambio así. Sin decirlo directamente, dio a entender que nadie. Decidió hacerlo él. Han pasado 7 años y medio y vaya si estábamos equivocados. Nos está tapando la boca. Ha cumplido exactamente lo que dijo. Bajó la inflación de 25% a 2,4% por mes, logró el superávit primario del 2%, cerró la brecha cambiaria y pulverizó el riesgo país. Los inversionistas le creen. Los bonos largos han rentado sobre el 90%. El ajuste ha sido brutal, pero su popularidad es superior a la del primer día. Ahora anunció que la primera etapa de su plan, aquel que nos esbozó, está cumplida. Va por la 2ª parte: menos Estado, menos regulación, menos impuestos, más plata en manos de la gente. Todo lo contrario de lo que hablamos en Chile. Obviamente sigue generando anticuerpos y su éxito no está garantizado, pero sus logros son impresionantes. Si consigue consolidarlos, será el antídoto final al desastre de décadas de peronismo. Y quizás, como predijo Paul Johnson, Argentina marque el rumbo del futuro de Latinoamérica. Aunque sea 75 años después.