Columna de Iris Boeninger: Incómodos silencios
La coalición de gobierno en Chile atraviesa una crisis muy seria, que se caracteriza por las distintas convicciones democráticas que profesan quienes son parte. Se ha hecho mucho más evidente ante lo ocurrido en Venezuela, cuyo dictador le niega la posibilidad de un mejor futuro de libertades y posibilidades a su pueblo. El silencio ante estas divergencias es notable.
Palabras silenciosas traen tempestades. Existen puntos ciegos respecto a las dictaduras de nuestra región, en Venezuela, Cuba y Nicaragua. No hay lugar a la ambigüedad en esta materia.
La alianza de gobierno ha dado por superada su diferencia con el PC en relación a Venezuela. Curioso, ya que nada ha cambiado para bien de la democracia, sino todo lo contrario, en la actitud de su gobernante. ¿Es creíble que se le pueda “exigir” transparencia a Maduro?
Sumergirse en el archivo histórico siempre nutre. La historia reciente de la coalición de gobierno en materia de validación de la violencia a partir de octubre de 2019 es innegable. Festejar el triunfo de Nicolás Maduro, del cual se reconocen violaciones sistemáticas a los derechos humanos, son líneas rojas que no se pueden cruzar. Han sido descritas por la excomisionada de Naciones Unidas Michele Bachelet. ¿Volvería el Partido Comunista a ser parte del gobierno en una eventual presidencia de Bachelet? Parece que sí. Lautaro Carmona manifestó que la apoyaría. ¿Cómo se puede unir el Socialismo Democrático con el Partido Comunista ante este tipo de divergencias?
Existen diferencias y matices que permiten lograr acuerdos básicos, pero entre ellos deben estar presentes el respeto a las reglas del procedimiento democrático, el respeto irrestricto a los derechos humanos y la defensa de la paz social. No es posible luchar por la democracia con violencia; es más, la destruye.
No se puede construir un país sin unidad, ya que dificulta el diálogo y los acuerdos. Es indispensable generar un “nosotros” en el país. Solo la esperanza habilita esa posibilidad que permite crear una nueva realidad, en donde la atención esté centrada no solo en uno mismo, sino con el entorno, con el otro. Es cuando aparece la empatía, la solidaridad y la generosidad tras un objetivo común.
La esperanza es una dimensión que ancla más allá del horizonte.
Promover una cultura cívica sólida y un diálogo constructivo que permita llegar a acuerdos evitará que muchos se desangren en enfrentamientos electorales innecesarios en momentos en que el país debe resolver infinitos problemas que requieren de consensos básicos.
Siendo la democracia el sistema político más imperfecto, es apoyado por la inmensa mayoría de los ciudadanos en el mundo. Se sienten protegidos, ya que quienes gobiernan están sometidos a la Constitución y las leyes. Esta es la legitimidad democrática.
La desazón de la gente se manifiesta en su rechazo a políticos que no son capaces de unirse en momentos tan complejos como los que atraviesa el país. La oportunidad de enderezar el porvenir está presente. La puerta está abierta aún. Que la vida no nos pase y se lleve las oportunidades.
Por Iris Boeninger, economista y ex embajadora en Uruguay