Columna de Javier Sajuria: El futuro de Alemania
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Las elecciones en Alemania durante el fin de semana van a tener una serie de interpretaciones y, probablemente, un desenlace que demorará semanas en concretarse. Para algunos, es el triunfo de la ultraderecha representada por el partido AfD, que obtuvo el 20% de los votos. Con ello, se convierten en la segunda fuerza electoral del país, lejos de sus números marginales de hace una década. Pero para otros, es la reivindicación de que el rechazo a las ideas de ultraderecha se está cristalizando en medio de un entorno en el que los temas principales en la agenda son, precisamente, los que alimentan su crecimiento. Ambas interpretaciones tienen asidero.
El resultado puede leerse como rutinario en la Europa occidental durante los últimos años: partidos centristas que pierden terreno y que se vuelven el refugio de generaciones más viejas, jóvenes movilizándose hacia los extremos, aumento en la brecha de preferencias entre hombres y mujeres, y mayor fragmentación partidaria. Todo esto en un país que está en plena recesión económica y donde la inmigración se ha convertido en uno de los temas más comentados de la agenda.
Si bien la Unión (el grupo conformado por la democracia cristiana nacional y el socialcristianismo de Bavaria) logró la mayoría, obtuvieron uno de sus peores resultados históricos. El partido que dominó la política alemana por dos décadas de la mano de Merkel, ahora está liderado por su archirrival, Friedrich Merz. en una posición alicaída. Aunque Merz fue rápido en aclarar que no gobernará con la ultraderecha, los votantes castigaron sus acercamientos durante la campaña. Esto demuestra, una vez más, que la estrategia de tratar de apropiarse de las posturas de la derecha extrema sólo los beneficia a ellos, normalizando sus ideas y convirtiéndolas en aceptables en el discurso político.
El desafío, entonces, es cómo la Unión va a poder formar un gobierno que se enfoque en las necesidades de la gran mayoría de los alemanes y no en posicionarse simplemente como alternativa o en contraposición a la ultraderecha. Y ese es principalmente uno de los desafíos de las fuerzas democráticas en el último tiempo. La excesiva atención en responderle a la ultraderecha los ha vuelto en los protagonistas del ciclo político, y le ha quitado tiempo y energía a los partidos tradicionales para atender a las necesidades más urgentes de la ciudadanía en medio de una crisis económica y de seguridad. De paso, les han permitido a la ultra ser aún más ruidosa en promover mensajes de odio. Merz debe buscar construir un gobierno de mayoría en torno a un proyecto, no en rechazo a otro.
Por último, el futuro de Europa en medio de una crisis de seguridad y una guerra depende de la estabilidad de Alemania. Con un gobierno débil en Francia y con la renuncia de Estados Unidos a asegurar la seguridad europea, la política alemana se vuelve clave. A pesar de los deseos de Trump, los resultados de ayer apoyan la construcción de una Europa más fuerte, en abierto apoyo a la defensa de Ucrania. No tan buenas noticias para Putin y su aliado.
Por Javier Sajuria, profesor de Ciencia Política en Queen Mary University of London y director de Espacio Público.
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