Columna de Javier Vega: “Crecimiento: ¿convicción o táctica?”

El ministro de Hacienda, Mario Marcel, se reúne con representantes de partidos políticos de oficialismo y oposición, para abordar los contenidos del Pacto Fiscal.
El ministro de Hacienda, Mario Marcel, se reúne con representantes de partidos políticos de oficialismo y oposición, para abordar los contenidos del Pacto Fiscal. FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

"Es cierto que gracias al empuje de los gremios empresariales hoy volvemos a hablar de crecimiento. Sin embargo, esta reflexión debe exceder por mucho un eventual pacto fiscal y transformarse, más bien, en una convicción por parte de los que diseñan las políticas públicas. Es sintomático que de las más de 40 medidas que propone el sector privado para retomar esta senda, las autoridades se comprometen con unas 20 -no vaya a ser cosa que crezcamos demasiado-, aunque condicionadas a una eventual alza de impuestos en el futuro."



Por varios años dejamos de hablar de la importancia del crecimiento, quizás porque muchos intuyeron que el ritmo de expansión económica en Chile estaba garantizado. Así, asegurar las bases para que la economía siguiera desarrollándose se relegó a un segundo plano.

El PIB del segundo trimestre de este año vuelve a poner en el tapete el problema estructural que arrastra el país. Por tercer trimestre consecutivo la actividad económica registró una contracción anual, esta vez con una caída de 1,1% en doce meses. Además del necesario ajuste en materia de consumo privado, que para el segundo trimestre anotó una baja interanual de 6,1% -con una caída de -25,8% en bienes durables-, preocupante es lo que ocurre en materia de inversión. Pese a que en el segundo trimestre anotó un alza anual de 1,6% -la primera en tres trimestres, impulsada por el aumento en maquinarias y equipos-, el incremento se debe en buena medida por una poco exigente base de comparación y, aún así, arrastra una caída de 0,4% en el primer semestre.

El desempeño de la economía chilena está lejos de ser un problema asociado al periodo pospandemia. La fatiga en materia crecimiento excede por mucho a la actual administración y ya atraviesa al menos 3 gobiernos. La década previa a la pandemia (2010-2019) la economía chilena tuvo una expansión promedio de 3,3% y en los 5 años que precedieron a 2020 (2015-2019), fue incluso más baja: 2%. Es preocupante constatar que el horizonte en materia de crecimiento no es mucho más auspicioso, porque la mayoría de las proyecciones anticipan una expansión por debajo del 2% para los próximos años.

Es cierto que gracias al empuje de los gremios empresariales hoy volvemos a hablar de crecimiento. Sin embargo, esta reflexión debe exceder por mucho un eventual pacto fiscal y transformarse, más bien, en una convicción por parte de los que diseñan las políticas públicas. Es sintomático que de las más de 40 medidas que propone el sector privado para retomar esta senda, las autoridades se comprometen con unas 20 -no vaya a ser cosa que crezcamos demasiado-, aunque condicionadas a una eventual alza de impuestos en el futuro.

Las oportunidades que Chile tiene para atraer inversiones -cobre, litio, hidrógeno verde, tierras raras- hasta el momento se diluyen en discusiones ideológicas, tramitaciones interminables, con baja certeza jurídica y con amenazas de cambios en los esquemas tributarios y en la regulación laboral.

¿Vale la pena volver a crecer? Sorprendentemente, este tema se ubica hoy como la cuarta prioridad para la ciudadanía -según la última encuesta Cadem- solo detrás de la seguridad, la salud y las pensiones. Su importancia radica en que no solo es una fuente de recaudación más sostenible y robusta, sino que además permite que más personas puedan desarrollar sus ideas, aumenten y mejoren los empleos, los ingresos de las familias se incrementen y estas acceden a mejores productos y servicios.

Una agenda robusta que aborde tanto las condiciones habilitantes para volver a crecer -seguridad, certeza jurídica, modernización del Estado, por nombrar algunos- como una batería de propuestas para apuntalar el ahorro, la inversión y la generación de empleos, reflejará que sopesamos, por genuina convicción, la importancia de volver a crecer.

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