Columna de Javier Vega: “Después del susto”

Mercado prevé repunte de la inflación en marzo, pero reduce proyección para el año

"El manejo económico lleva mucho tiempo zigzagueando entre políticas públicas que intentan sacar al país del subdesarrollo y otras que parecen condenarlo al rezago en lo económico y social. El alivio -temporal, por cierto- de haber evitado el colapso debe dar paso a exigir que se mejore la conducción económica con iniciativas que apunten a mejorar los niveles de inversión y fomenten el crecimiento."



El crecimiento de 2,4% de 2022, a pesar de que estuvo por debajo de lo anticipado por el Imacec, fue en definitiva mejor de lo que esperaba el mercado a mediados del año pasado, cuando la mayoría se inclinaba por cifras en torno a 1,5%. Pese a la corrección hacia abajo del dato -producto de ajustes estadísticos- el piso para la actividad de este año parece algo mejor, lo que evitaría una caída más profunda. Algunos han celebrado la resiliencia de la economía chilena, mientras otros, más audaces, quieren sacar al pizarrón a los que denominan catastrofistas.

Sin embargo, hay razones objetivas locales que explican un escenario menos desfavorable. Algunas tienen que ver con dinámicas que han reducido la incertidumbre, como un nuevo proceso constituyente menos estridente y con mayores contrapesos, la aprobación y ratificación del TPP11, la oportunidad de tener una discusión tributaria pausada y con base técnica y el mayor e inesperado dinamismo del sector servicios, que el año pasado tuvo un crecimiento de 7,3%.

Los mejores datos recientes en nada cambian la delicada situación económica de Chile. Por un lado, se hace urgente ajustar el gasto excesivo del último tiempo -que nos mantiene con un déficit en cuenta corriente en un año de 9% del PIB-, que en palabras de la presidenta del Banco Central apunta a una economía “que se está ajustando a una velocidad algo menor a la esperada”, con una inflación que se mantiene aún en niveles elevados. Pero, además, es imprescindible dar señales para remecer el letargo persistente que nos tiene condenados a seguir creciendo a tasas entre 1% y 2% y con tasas de inversión bajas post 2023.

Y además porque el escenario externo que había sido algo más favorable se ha vuelto altamente volátil en los últimos días. En Estados Unidos la quiebra de SVB ha levantado preocupación en el mercado financiero, contagiando a otros bancos como el Credit Suisse y más recientemente el Deutsche Bank. La Zona Euro, que ha mostrado indicadores líderes de actividad mucho mejores (por ejemplo, el PMI compuesto llegó en marzo a 54 puntos, su mejor registro en 10 meses), enfrenta alta volatilidad por la vulnerabilidad reciente del sector bancario. En contraste, las menores restricciones sanitarias en China han mejorado los indicadores de actividad en lo reciente, mejorando las perspectivas económicas en 2023. El precio del cobre, como resultado, se ha mantenido en torno a los US$4 la libra, lo que supone un aumento de 25% en relación al mínimo del año pasado pero que, de empeorar el ambiente externo, perfectamente puede corregirse otra vez.

La sensación de alivio que tienen los pasajeros de un bus que acaba de evitar desbarrancarse no logra impedir que, con el tiempo, se evalúe la calidad de la conducción del chofer. El manejo económico lleva mucho tiempo zigzagueando entre políticas públicas que intentan sacar al país del subdesarrollo y otras que parecen condenarlo al rezago en lo económico y social. El alivio -temporal, por cierto- de haber evitado el colapso debe dar paso a exigir que se mejore la conducción económica con iniciativas que apunten a mejorar los niveles de inversión y fomenten el crecimiento. No vaya a ser cosa que, si sigue el zigzagueo, en la próxima vuelta terminemos cuesta abajo. Y el siguiente episodio disruptivo puede estar literalmente a la vuelta de la esquina.

*El autor es socio de Mirada Externa.

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