Columna de Jorge Gómez: Avivados con la democracia

democracia viva


El caso de la fundación Democracia Viva parece ser un ejemplo de manual de la llamada ley de hierro de las oligarquías que el sociólogo Robert Michels planteó hace más de un siglo atrás en su libro Los Partidos Políticos en 1911. Esto pues, en sentido estricto, la susodicha fundación estaba claramente destinada a servir a los intereses de la diputada Catalina Pérez, de Revolución Democrática, en la zona de Antofagasta, mediante un claro proselitismo camuflado de acción social.

Al describir la ley de hierro de las oligarquías, Michels planteaba que los líderes de los partidos se van emancipando de las bases y de su control. Según Michels, que visualizó esta paradoja en partidos socialistas que decían promover la igualdad, en ese proceso de oligarquización de los jefes partidarios, los fines últimos de un partido (sus ideales incluso igualitarios) son reemplazados, de forma prácticamente inevitable, por los fines instrumentales de las facciones dirigentes, que no renuncian a los privilegios y regalías que otorga el poder político.

El contubernio en torno a Democracia Viva, entre la diputada Catalina Pérez, su pareja Daniel Andrade y su ex jefe de gabinete Carlos Contreras, sería reflejo de esa lógica oligárquica que describe Michels. Estos dirigentes estarían actuando como una camarilla que, desde distintas posiciones buscan reforzar sus redes de poder político. Ello explicaría que el renunciado Seremi otorgara financiamiento directo a una fundación que no tiene ni un año de existencia, pero cuyo representante legal no sólo es de su mismo partido, sino que es pareja de quien fuera su jefa tiempo atrás.

Así, al parecer, la fundación Democracia Viva era más bien una especie de emprendimiento político de la pareja conformada por Pérez y Andrade, que bajo la excusa de la ayuda social buscaba aumentar las redes de apoyo a la legisladora en la zona donde es representante. Esto claramente se aprecia cuando se revisan las actividades y contenidos que la susodicha fundación desarrollaba. Proselitismo a favor de una élite partidaria a nombre de los pobres.

En otras palabras, podríamos decir que algunos dirigentes de Revolución Democrática pasaron rápidamente de pavonearse de una estatura moral superior a ser ejemplo de la ley de hierro de las oligarquías.

Por Jorge Gómez Arismendi, Fundación para el Progreso.

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