Columna de Jorge Gómez: Los sepultureros

camilo ballesteros


El caso del bombero y el brigadista de Conaf, que producían incendios para apagarlos y que habrían causado la mega tragedia en Viña y Quilpué, refleja no sólo un impulso criminal, también muestra los efectos de una lógica instrumental donde cualquier medio es aceptado, lo que da paso a contradicciones evidentes entre lo que se profesa y lo que se hace. «Llámenme héroe» decía en sus redes sociales uno de los imputados por los incendios de febrero que costaron la vida de 137 personas.

Crear problemas para luego prometer solucionarlos es también una vieja estrategia política. Según Noam Chomsky es una clásica estrategia de manipulación. En 2011, un grupo de estudiantes con pretensiones políticas inventaron un problema mayúsculo a nivel educativo y se alzaron como los únicos que tenían un remedio. Así, sin siquiera haber terminado sus carreras, algunos se convirtieron en asesores de gobierno y otros salieron electos diputados. Pero la panacea que ofrecieron, acabar con el lucro, no produjo una mejor educación para todos y en realidad terminó siendo peor que la enfermedad.

Pero la estrategia les funcionó a esos agitadores estudiantiles. Así, acusar desencantos para luego ofrecer resolverlos se convirtió en la estrategia permanente de los dirigentes frenteamplistas y comunistas. Lo vimos durante la pandemia del COVID. El «no fueron 30 pesos, fueron 30 años» respondía a la misma táctica. Así llegaron al gobierno y casi cambian la constitución vigente por una mezcolanza identitaria y refundacional.

Ahora, la minuta de la SECOM para la próxima cuenta pública del Presidente Gabriel Boric, enviada a los partidos políticos oficialistas, propone reforzar que «el gobierno logró estabilizar al país, luego de años muy difíciles y crisis que azotaron a Chile».

La misma coalición que a través de unos sus líderes —hoy convertido en un comedido embajador en Brasil— prometía meterle inestabilidad al país, ahora busca jactarse de haber estabilizado el país. De seguro, la misma diputada Catalina Pérez que antes planteaba «quemarlo todo», ahora presumirá ser parte de quienes restablecieron el orden público y resguardaron la institucionalidad y las leyes de la República.

De seguro, varios diputados que antes impulsaron los retiros de las AFP sin considerar las advertencias de economistas como el propio Mario Marcel o que probablemente decían que sólo era el Cuco, ahora dirán con orgullo que su gobierno contuvo la inflación. Así, la misma coalición que antes decía que había que tener fronteras totalmente abiertas y que nadie es ilegal, ahora dirán que ellos lograron controlar las fronteras y evitar el ingreso irregular de inmigrantes al país.

De seguro la misma ministra Vallejo, que antes decía que el crecimiento económico no era importante, probablemente ahora dirá que el gobierno ha logrado hacer despegar la economía. Evidentemente, el que cuando diputado validaba las barricadas como medio para protestar o que vindicaba los territorios liberados en La Araucanía, ahora dirá en su discurso, como Presidente, que ha impuesto el orden y la seguridad en la República de Chile.

Las indiscutibles contradicciones entre lo que se ha profesado y lo que se ha hecho no son reflejo de los aprendizajes de quienes hoy gobiernan Chile. Son más bien la evidencia explícita de la ética instrumental utilizada por ellos para acceder al poder, a como dé lugar. El verdadero semblante de quienes partieron prometiendo una fosa y ahora se vanaglorian de taparla.

Jorge Gómez Arismendi, investigador senior FPP.