Columna de Juan José Obach: Desviaciones fiscales
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Este 2024 cierra con el peor déficit fiscal estructural desde la instauración de la regla fiscal en 2001.
Sin crisis económica de por medio, 2024 cierra con el peor déficit fiscal estructural desde la instauración de la regla fiscal en 2001 y se consolida una verdad incómoda: el Estado lleva más de una década gastando más que los ingresos que genera. Para revertir este deterioro fiscal debemos pensar en una estrategia seria, de mediano y largo plazo, para enfrentar dos desafíos estructurales: (i) retomar el crecimiento económico y (ii) mejorar el gasto público.
La semana pasada, la Dirección de Presupuestos (Dipres) publicó el Informe de Finanzas Públicas de cierre del 2024, el que arrojó un balance fiscal estructural de -3,2% del PIB. El ministro Marcel lo calificó como una “desviación significativa” de la meta del año (1,9%), atribuyéndolo a menores ingresos tributarios y a una mayor brecha del precio del cobre efectivo y el de largo plazo.
Independiente de las explicaciones, es preocupante que la Dipres haya ignorado las alertas durante el año sobre las estimaciones de ingresos, lo que llevó a un inédito recorte de US$ 600 millones del Presupuesto 2025 en plena discusión legislativa, y a todas luces requerirá un ajuste adicional en el año de al menos US$ 1.500 millones.
El problema de fondo es que recortes presupuestarios esporádicos no lograrán enmendar el rumbo de nuestras alicaídas finanzas públicas. Para esto debemos, primero, volver a crecer al 4% o más. Cada punto adicional de crecimiento genera alrededor de US$ 600 millones de recaudación y es la manera más sostenible de allegar más recursos públicos en el largo plazo.
Segundo, es tiempo de hacer una reforma exhaustiva y profunda al gasto público. ¿Por qué no podemos romper la inercia del gasto que crece, en promedio, 5% anual? ¿Es eficiente tener 25 ministerios cuando el promedio OCDE es de 19? ¿Por qué no podemos hacer frente a la realidad kafkiana de 700 programas públicos de dudosa efectividad? Por ejemplo, sin contar las subvenciones escolares (regulares y preferenciales), el programa de alimentación escolar y el CAE, el Mineduc tiene 88 programas por un total de US$ 2.600 millones. A todas luces, los espacios de mejora existen, pero nadie ha logrado ponerle el cascabel al gato.
Dentro de la reforma al gasto público, no podemos dejar de lado la carrera funcionaria. Urge un nuevo Estatuto Administrativo que premie el mérito de los buenos funcionarios y termine de raíz con los operadores políticos que inundan las reparticiones públicas. Por ejemplo, si reducimos el gasto en personal de los municipios al promedio OCDE (37% del gasto total), se ahorrarían US$ 2.500 millones al año (0,8% del PIB).
El constante deterioro de nuestras finanzas públicas nos obliga a pensar en una estrategia seria y meditada, que vaya más allá de recortes presupuestarios puntuales para cumplir las metas fiscales. Un pacto para elevar el crecimiento y una reforma profunda al gasto público deberían ser el punto de partida.
Por Juan José Obach, director ejecutivo Horizontal
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