Columna de María José Naudon: Chile Vamos ¿hacia dónde?
La elección del domingo pasado puede observarse episódicamente o como parte de un proceso mayor. Si el análisis se enfoca en el episodio, los resultados de la centroderecha podrían explicarse, como los mismos Republicanos lo han hecho ver, como el precio pagado por la renuncia, la tibieza o la falta de convicción. El desfonde del centro.
Para los triunfadores, la tentación de sacar conclusiones episódicas es altamente riesgosa, pues suele llevarlos a creer que el éxito es exclusivamente obra suya, olvidando la compleja trama de relaciones que tras él existe. De ahí la imperiosa necesidad de una mirada y análisis amplios. Visto así, el éxito de Republicanos (al igual que el fracaso del gobierno) está indisolublemente unido al fenómeno del estallido, a la validación de la violencia y al fracaso de la Convención, y su resultado emana como respuesta visceral a los excesos de la izquierda. Pero también, este triunfo requirió la responsabilidad de Chile Vamos. Es imprescindible recordar que fueron las garantías de la centroderecha y su rol negociador, hoy tan minimizados, los que generaron condiciones suficientes para que la centroizquierda votara Rechazo posibilitando la situación actual.
Visto así, el triunfo de Republicanos los ubica en una excelente posición, pero debe manejarse cuidadosamente si aspiran a no ser flor de un solo verano. Su gran desafío es mostrar una sustentabilidad que, en el tiempo, pueda convertirse en signo de gobernabilidad. Con 23 consejeros ya no parece posible continuar con la estrategia de criticar y extremar posiciones, pues el fracaso del proceso puede transformarse en el fracaso propio; fenómeno del que ya hemos sido testigos.
En este escenario, Chile Vamos debe tomar una decisión y definir hacia dónde dirigirse. Si se quedan en lo episódico no hay más que colgar los botines y navegar con Republicanos, pues, desde esta perspectiva, la moderación no rinde frutos en ninguna vereda. Pero si se enfocan en la mirada de conjunto, la decisión debiera ser la contraria: potenciar su rol de bisagra modulando, virtuosamente, las reformas pendientes con los actuales requerimientos de seguridad.
Es importante recordar que, así como el centro parece hoy vencido, el 4 de septiembre los derrotados fueron los extremos y en este vaivén lo único constante han sido las demandas ciudadanas aún no satisfechas. Éstas exigen negociación y negociar no es sinónimo de pérdida de identidad. Quizá la clave sea entender que ser de centro no significa ubicarse en un deslavado sitial sin convicciones o situarse, en todo debate, en el punto intermedio. Es todo lo contrario; exige coherencia y consistencia. No se negocia por negociar, sino por un objetivo y ahí reside la identidad.
La política es movediza y no siempre es razonable cambiar de diseño por resultados puntuales. Si Republicanos simplifica la interpretación de éstos y busca someter a Chile Vamos o si, por el contrario, Chile Vamos olvida su rol y claudica, el escenario está servido para un próximo fracaso; que puede no ser en las urnas, pero lo será sin duda cuando lleguen al gobierno.
Por María José Naudon, abogada
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