Columna de María José Naudon: Elecciones y desgaste político

Elecciones y desgaste político
Elecciones y desgaste político. Aton Chile


Nuevas elecciones en Chile y, con ello, resulta inevitable cuestionarse cuánto han cambiado —o no— las dinámicas que sostienen nuestro sistema político y la conexión entre quienes gobiernan y quienes son gobernados.

En teoría, cada proceso de votación es una oportunidad para la renovación democrática y el reencuentro entre representantes y representados. Este momento debería servir no solo para ratificar autoridades, sino también para establecer una hoja de ruta y dar paso a un proyecto político claro y atractivo.

Sin embargo, al observar con atención, las cosas parecen distintas. Para muchos, las elecciones han dejado de ser una herramienta efectiva de cambio. Más que una fiesta democrática, se perciben como un acto cíclico, donde los mismos rostros y los mismos discursos intentan convencer de que esta vez, ahora sí, habrá una diferencia.

Pero, ¿cuánto de esta promesa realmente se materializa? El problema radica, en buena medida, en la propia política, atrapada en una lógica de corto plazo donde la contingencia lo consume todo, dejando poco espacio para algo más allá de la gestión —buena o mala— de las crisis y conflictos inmediatos. No hay margen para discutir proyectos o transformar las estructuras que sabemos funcionan mal; todo se reduce a reaccionar ante la emergencia del momento o bien marcar el punto. Los temas que importan— educación, salud, seguridad— y que exigen miradas largas quedan opacados. Así, lo esencial se diluye, reemplazado por reacciones apresuradas y compromisos vagos.

Una y otra vez, los votantes sienten que las decisiones están en manos de una élite que parece priorizar sus propios intereses sobre las necesidades de la mayoría. Mientras tanto, los políticos atrapados en su propia lógica, creen que cada crisis o caída de sus adversarios representa una oportunidad para ganar terreno y consolidar su posición. Pero esta lógica de “ganancia por desgaste” resulta profundamente destructiva: en lugar de fortalecer a alguno de los bandos, debilita a todos por igual. La competencia constante por capitalizar los fracasos del otro, marcar puntos y ganar ventaja a cualquier costo ha creado un clima de desconfianza tan profundo que resulta imposible avanzar. En este contexto, cada político termina dividiendo el mundo entre buenos y malos, consolidando una visión moralizante de la política que excluye cualquier espacio para el diálogo o el pragmatismo. Este ambiente de recelo y desprestigio no solo debilita la legitimidad de la política, sino que también erosiona la confianza ciudadana en las instituciones, dejando a la democracia en una posición cada vez más frágil. En este juego de autodestrucción, no hay ganadores; todos pierden.

El desprestigio de la política tiene una expresión concreta en el auge de candidatos independientes. En estas elecciones, hay casi 400 candidatos a alcalde que compiten sin afiliación partidaria. Aunque este fenómeno sigue en expansión, es crucial fortalecer las instituciones para que puedan ofrecer estabilidad evitando que esta dispersión de actores termine debilitando el sistema democrático en lugar de enriquecerlo.

El desafío no es solo sumar más voces, sino integrar esas voces en un sistema que asegure una representación efectiva y sustentable. En este contexto, resulta crucial repensar y trabajar en nuevas formas de participación y de agencia ciudadana que vayan más allá del voto, y que permitan a la ciudadanía sentirse realmente implicada. Solo a través de un sistema que canalice de manera adecuada la agencia ciudadana podremos evitar que la política se convierta en un conjunto de fragmentos desconectados, cada uno empujando en direcciones distintas. Hay buenos ejemplos fuera de Chile a los que mirar.

En tiempos donde la democracia parece más frágil que nunca, es importante recuperar las elecciones en su sentido original: un momento de cambio, de participación real y de esperanza compartida.

Por María José Naudon, decana de la Escuela de Gobierno, UAI.