Columna de María José Naudon: Inspiración francesa

Bardella


En 1816, Thomas Jefferson advirtió que “las leyes e instituciones deben ir de la mano con el progreso de la mente humana... Tan pronto podríamos exigirle a un hombre que use el abrigo que le quedaba cuando era niño como a la sociedad civilizada seguir bajo el régimen de sus bárbaros antepasados”. La bicentenaria cita probablemente sirva para ilustrar los corcoveos de la democracia liberal en nuestros tiempos. Si Jefferson tenía razón, en lugar de una nostalgia restaurativa, el imperativo es adaptarnos. En vez de forzar el viejo abrigo, debemos llevarlo al sastre; ajustarlo y adaptarlo a nuestra nueva figura. Lo único que por ahora es claro es que nos hemos mirado al espejo y el abrigo, en las mismas condiciones, corre serio riesgo de romperse.

Entonces comienza el desafío. En la búsqueda de nuevos diseños miramos el avance de temporada europeo y nos encontramos con las elecciones francesas. La primera tentación es comprarse el modelo que parece será grito y plata: Jordan Bardella. Sintomático de un proceso de desideologización de la política, el nuevo líder de la extrema derecha francesa es la representación icónica del candidato que se vende como si fuera un producto. Pero más que apelar al “valor añadido”, la táctica Bardella parece situarse en el ámbito de las “experiencias” y así ha sabido politizar a los jóvenes y despertarlos de su apatía. “Un joven político que usa el lenguaje de las nuevas generaciones, que no suele entrar al barro en los enfrentamientos televisados, y que se mantiene firme y regio ante su adversario”. “No habla raro, dice las cosas que muchos pensamos y sin discursos con flores (...)”. “Es el vídeo sin pensamiento político, pensado para proyectar una imagen de yerno ideal. Tenemos que reconquistar ese espacio y hacer que nuestros portavoces también parezcan simpáticos y divertidos”, son algunos de los comentarios que pueblan internet. Es claro que el “rey de las redes sociales” (en particular de Tik Tok) ha tocado el corazón del ciudadano/cliente y ha sido capaz de leerlo.

Pero la cosa no es tan simple y, por esta razón, el entusiasmo puede ser traicionero. Como sugería un muy buen amigo, antes de comprar ropa en un viaje, es imprescindible ‘corregir por latitud’. Hay sombreros que lucen muy bien en el Nilo, pero resultan inútiles o hasta ridículos en el Parque O’Higgins.

Bardella es un seductor, con capacidad para atraer y fascinar utilizado una combinación de carisma, confianza y habilidades interpersonales. No solo goza de enormes capacidades comunicacionales, sino transmite una escucha e interés genuino por los demás. Son conocidos sus videos con agricultores afectados por la crisis agraria, con cajeras de supermercados y empleadas de grandes tiendas que parecen tener en frente a un rock star capaz de cambiarles la vida.

¿Pero es esto suficiente? Gobernar parece ser largamente más complejo. Por ejemplo, Bardella ha prometido recuperar la jubilación de los franceses a los 60 años (cosa que parece del todo absurda frente a la crisis de natalidad y la extensión de la expectativa de vida) y ha hecho suya una vociferancia cargada de la identidad “anti”, generando expectativas enormes que pueden mutar, rápidamente, en frustración.

Entonces vale la pena mirar el diseño del abrigo francés, incluso sacar ideas y patrones; pero también, es deseable optar por telas que sean capaces de resistir los embates del tiempo, que sean adecuadas a nuestro clima y, por sobre todo, se ajusten a nuestro cuerpo, carácter y experiencias. Ojalá la derecha resista la tentación del pret a porter.

Por María José Naudon, decana Escuela de Gobierno, UAI.

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