Columna de María José Naudon: La estrategia republicana
El exconvencional republicano Martín Arrau levantó, por Twitter, alarmas respecto del proceso constituyente, argumentando que las Fuerzas Armadas y las policías quedarían sin protección o regulación constitucional. “¿Vamos a repetir los errores del proceso anterior? ¿Vamos otra vez por la refundación?”, señaló.
Por otra parte, Agustín Romero, diputado de la misma tienda, declaró, a raíz de las eventuales negociaciones en torno a la reforma tributaria, que “Chile Vamos tendrá que responderles a sus electores”, lanzando una suerte de advertencia a la centroderecha.
Las declaraciones anteriores revelan la estrategia del Partido Republicano. Un diseño que se repite una y otra vez en las democracias del mundo y representa un fenómeno donde las tensiones se generan por los bordes. En Chile, el objetivo de Republicanos es, en gran parte, ampliar su base electoral y disputar votantes a Chile Vamos. Unos votantes cansados, desencantados con la inseguridad, el gobierno, la distorsión de las prioridades y las políticas identitarias entre otros. Frente a ellos, Republicanos responde con un discurso que estructura en base al binomio amigo/enemigo. A este último, le imputa debilidad, flaqueza, traición o tibieza. Ese es precisamente el objetivo del exconvencional Arrau. Sus declaraciones, erradas por cierto (la regulación de las FF.AA., Carabineros y las fuerzas de orden estará incluida en el capítulo de Gobierno y administración del Estado), solo buscan alarmar y desvincularse de un proceso, del que Chile Vamos fue parte, y cuyo buen desarrollo es esencial para el país. El costo de un eventual rechazo a la propuesta constitucional no está en su ecuación pues, entre otras cosas, Republicanos entiende el estallido social como una conspiración de la izquierda frente a la cual la centroderecha habría claudicado.
Lo mismo ocurre con el diputado Romero cuyo objetivo es tensionar la relación de Chile Vamos con sus electores, haciendo ver que cualquier negociación es entreguismo a la izquierda. En este caso, la estrategia olvida que Chile Vamos se opuso a lo que consideró una mala propuesta, pero que, a diferencia de Republicanos, considera que las necesidades sociales del país requieren un nuevo pacto tributario. ¿Significa esto desconocer la relevancia de una adecuada gestión del gasto como lo sugiere el diputado? Por supuesto que no.
El asunto de fondo es que Republicanos, al igual que el Frente Amplio en su momento, no tiene sobre sus hombros la responsabilidad que supone la construcción de una gobernabilidad que se proyecte hacia el futuro, y por esa razón no necesita tender puentes, dialogar ni negociar. Por el contrario, lo suyo es la vociferancia y la estridencia. Un diseño que produce efectos positivos en el corto plazo, pero que, como ya hemos visto en el gobierno, se devuelve como bumerán en el largo.
Frente a lo anterior, el desafío para Chile Vamos es enorme. Por una parte, contener la fuga por la derecha para lo cual deberá aprovechar los fallos del gobierno; por otra, mostrar una nueva alternativa de país. Para esto, sin desconocer el fenómeno republicano, necesita sintonizar con las prioridades ciudadanas, expresar un fuerte rechazo a los abusos y desplegar capacidad para negociar. Todo lo anterior actuando con responsabilidad. Ésta le ayudará, si llega al poder, a no tener que vivir en una permanente contradicción.
Por María José Naudon, abogada