Columna de María Lourdes Puente: ¿La Argentina de Milei?
Por María Lourdes Puente, directora de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Católica Argentina
Inimaginable hace menos de un año, Javier Milei asumió la presidencia de la Argentina. Con un partido muy pequeño y nuevo, con escasa representación parlamentaria y ningún Gobernador de provincia. Si bien el presidencialismo es muy fuerte en el sistema político argentino, Justicia y Congreso tienen un rol que se probará frente al nuevo Ejecutivo, en cuanto a capacidad real de balancear, equilibrar.
Su nula experiencia en la gestión del Estado, incrementa su debilidad. Miles de puestos no ha podido cubrir aun, quizás varios ni los conoce. Y todo ello requerirá un tiempo que no sabemos si lo tiene, en términos de paciencia social y política.
Al momento ha demostrado que no va a cogobernar con el sector del PRO que representa Mauricio Macri. Seleccionó quienes de ese sector y de cualquier otro (como el peronismo de Córdoba), incorpora a la gestión gubernamental. Sumó, además, nombres de reconocida experiencia en las áreas, como Agricultura y Educación. Más libertad, pero más debilidad. Todas las fuerzas políticas se sienten habilitadas a ser oposición.
Las medidas económicas anunciadas fueron precedidas por el reiterado anuncio de que habrá sufrimiento, sobre todo por la herencia recibida. Otro Gobierno que inicia el mandato con más palabras para hablar de la herencia que del proyecto. Y lo que se dijo como primer paso no dejó convencido a nadie, o a muy pocos, y sonó a más de lo mismo.
Aun cuando algunas de las medidas están destinadas a contener el sector social más vulnerable, cada anuncio presagia más dolor en los bolsillos. La dirigencia de la fragmentada oposición, de los diversos sectores sociales y económicos, está a la expectativa. Poco dispuesta a entregar un cheque en blanco.
Pareciera que en la sociedad hay esperanzas, pero nadie ve muy claro aun el rumbo. El riesgo mayor para el país es que la “novedad Milei” termine en una reedición de un ajuste sin cambio que recree el círculo vicioso de enfrentamientos sin acuerdos básicos y políticas estructurales. La salida de Argentina podría así volver a postergarse.