Columna de María Paz Arzola: ¿Una década perdida en educación?

04.03.2020

PRIMER DIA DE CLASES 2020 DEL INSTITUTO NACIONAL

FOTO: LUCAS ALVARADO / LA TERCERA
¿Una década perdida en educación? Lucas Alvarado / La Tercera.


Al menos diez años de estancamiento en los resultados de aprendizaje muestran el Simce y mediciones internacionales como PISA y Timss, esta última presentada hace solo un mes. Ello, tras un período de mejoras sostenidas que, como documentan Hanushek, Peterson y Woessmann (2012), permitieron a Chile destacar como el segundo país con los mayores avances en desempeño. ¿Qué nos pasó? ¿Podemos revertir la inercia y recuperar el tranco?

Es lo que nos preguntamos en el libro “Reprobado. Una década perdida en educación”, editado por LyD, donde varios investigadores evaluaron las políticas y reformas más emblemáticas de los últimos años, estableciendo si cumplieron con sus propósitos y cómo mejorarlas. Los resultados, como sugiere el título, son decepcionantes: la mayor parte de ellas no cumplió sus objetivos, pese a los esfuerzos y recursos invertidos.

A nivel escolar, el término de la selección y del copago no redujeron la segregación socioeconómica del sistema escolar; el fin del lucro, en vez de mejorar la calidad, acrecentó la burocracia, entorpeciendo la gestión y frenando la creación de más cupos; la instalación de los SLEP no ha mejorado la cara de la educación pública, y la carrera docente no consiguió atraer mejores candidatos ni hacer más favorables las condiciones para ejercer la profesión. En educación superior, la gratuidad no equiparó el acceso de los más desfavorecidos y las nuevas instituciones estatales que se crearon para extender la presencia del Estado en las regiones no han logrado sostenerse de forma autónoma ni realizar una contribución diferenciadora. En general, se trató de reformas que se centraron en aspectos institucionales y que mezclan errores de diagnóstico con problemas de implementación, que desatendieron la realidad de los establecimientos educativos y perdieron el foco de aquello que posibilita el mejoramiento de los aprendizajes.

En cambio, la única política de las que evaluamos que ha mostrado resultados promisorios es la creación de los Liceos Bicentenario. Esta, más acotada que las otras, se centró en el fortalecimiento de los equipos directivos y en la creación de una cultura de altas expectativas, logrando mejoras significativas en el desempeño de sus estudiantes, así como en sus trayectorias hacia la educación terciaria.

Iniciado un nuevo año, con elecciones a la vista, el país debe aprender las lecciones que nos deja la experiencia de la última década. Tras años de estancamiento, necesitamos enfocarnos en cómo hacer que los estudiantes aprendan, en mejorar las condiciones para la enseñanza, en fortalecer a los propios equipos escolares, reducir la burocracia y facilitar la gestión; en cómo hacer para atraer a mejores profesionales a aportar en educación. Así también, debemos destinar los recursos disponibles a las necesidades más apremiantes de los niveles más tempranos y no a congraciarse con grupos cuyos intereses han prevalecido en el último tiempo, sin que ello signifique un impacto positivo para el sistema.

Por María Paz Arzola, Libertad y Desarrollo

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