Columna de Matías Concha: “Biodiversidad: De la intención a la gestión del Capital Natural”
"Antes de replicar un modelo de gestión ambiental que requiere de importantes ajustes, es fundamental considerar: (i) un marco constitucional amparado en un concepto de sostenibilidad, (ii) más allá de crear una nueva área, dada su complejidad se logre levantar información y tecnología amparados en estándares internacionales que generen confianza, y (iii) una institucionalidad que sea un apoyo al propósito de lograr un desarrollo intergeneracional y no se desvirtúe como la justificación hacia una barrera más a la necesaria inversión."
Uno de los invitados principales del Congreso del futuro la semana pasada fue Sir Partha Dasgupta, un economista de Cambridge reconocido por el informe “Economía de la Biodiversidad” (2021), el cual plantea que el desarrollo del hombre ha logrado importantes avances en materia económica, pero al hacerlo, lo ha hecho por medio de la destrucción de la biodiversidad que nos rodea, lo cual implicaría que las generaciones posteriores cada vez cuenten con menores elementos de la naturaleza para promover un desarrollo sostenible. En su reporte ejemplifica una serie de casos en donde conceptualmente separa los conceptos de flujo de stock. Si bien es importante y a la fecha se han gestionado los flujos, vale decir, costos, emisiones o descargas, el valor de su informe va por desarrollar una adecuada gestión del “capital natural” como un activo a gestionar en aras de una mejora sustantiva en la productividad intergeneracional. Lo que en un principio es un levantamiento relevante que permite avanzar hacia una gestión de sostenibilidad, requiere de 3 elementos fundamentales para su adecuada implementación.
Primero que nada, antes de crear un concepto, tiene que existir un marco constitucional superior que se ancle en un marco de sostenibilidad que ponga a las personas al centro y esté amparado en un pilar ambiental, social y económico. Si cualquiera iniciativa se ancla en un pilar individual sin considerar los otros, se puede generar un desequilibrio que necesita definir un concepto rector superior.
Segundo, se requiere contar con información y en el caso de la Biodiversidad la información es compleja y sin procedimientos o estándares referentes que generen confianza. En este campo la tecnología, el Big Data e inteligencia artificial van a ser un gran aporte, pero se requiere construir una fuente científica de información que sea avalada y que permita una adecuada promoción de la política pública.
Finalmente, se requiere contar con un marco institucional amparado en la ley marco de cambio climático que desarrolle la gestión de cómo se cuida, deprecia y cautela el capital natural. En esa línea es importante saber si la reciente aprobación de la ley que crea un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) y el reciente lanzamiento del Comité de Capital Natural busca ser un verdadero aporte para dar institucionalidad a un tema que es complejo y requiere de una mirada de sostenibilidad país o termina transformándose en una barrera adicional a la inversión. Es fundamental poder entender por qué en un momento en donde se han rechazado importantes proyectos se da prioridad a un presupuesto permanente de 36 mil millones de pesos que implica la contratación de 950 funcionarios en un momento en donde se requiere urgentemente de la promoción de la inversión verde que permita sortear la crisis. En el fondo, el SBAP debe estar al servicio de una institucionalidad que por medio de la tecnología e información de la gestión del capital natural logre cumplir su propósito de una efectiva mejora la productividad intergeneracional evitando que se desvirtúe como la creación de una barrera adicional de oposición a una alicaída y necesaria inversión.
En pocas palabras, Chile se encuentra en un delicado momento en donde se requiere urgentemente reactivar la economía, pero si después de mucho tiempo se concluye la necesaria creación de un área de gestión de capital natural y Biodiversidad, existen importantes puntos a considerar. Antes de replicar un modelo de gestión ambiental que requiere de importantes ajustes, es fundamental considerar: (i) un marco constitucional amparado en un concepto de sostenibilidad, (ii) más allá de crear una nueva área, dada su complejidad se logre levantar información y tecnología amparados en estándares internacionales que generen confianza, y (iii) una institucionalidad que sea un apoyo al propósito de lograr un desarrollo intergeneracional y no se desvirtúe como la justificación hacia una barrera más a la necesaria inversión.
* El autor es consejero Sofofa.