Columna de Matías Concha: “Productividad e informalidad: el verdadero flagelo a combatir”

EXTRANJEROS

"¿Cómo se puede estructurar un Pacto Fiscal sin corregir que gran parte de la población está en un estado de precaridad con necesidades urgentes en salud, educación y jubilación sin un horizonte que permita corregirlo en el tiempo? ¿Es sostenible avanzar con una política pública si las urgencias impiden desnudar la importancia de no atacar unidos el problema de fondo? En Chile, según el último informe del INE, la informalidad llega peligrosamente al 27,4% de la fuerza laboral y las consecuencias de este creciente flagelo deben ser tomados en consideración al momento de priorizar los objetivos para reducirlo en el tiempo."



“Lo que es importante rara vez es urgente, y lo que es urgente, rara vez es importante” aludía Dwight Eisenhower en relación a la dificultad para encontrar una línea entre la priorización de los grandes temas para dirigir los hilos de una nación y las urgencias políticas que apremian la agenda de corto plazo.

Probablemente una de las grandes razones por las cuales Latinoamérica se ha tornado en una de las zonas más improductivas del mundo se debe a dos razones: el surgimiento de la informalidad y la falta de entornos que promuevan productividad. Según la última edición de The Economist, durante las últimas décadas en Latinoamérica se ha configurado una dinámica de permanentes alzas impositivas que sólo pueden asumir pocas y grandes compañías, subiendo indirectamente la barrera de entrada a nuevos participantes y empresas que quieren crecer. Este escenario genera un entorno improductivo, poco competitivo y al mismo tiempo crea un campo idóneo para que la economía de las sombras (informalidad) crezca como un vástago que lentamente carcome los cimientos fundamentales del desarrollo sostenible.

En Chile no hemos estado ajenos a esta tendencia, ya que los últimos acuerdos tributarios han ido en la misma línea, vale decir, se aumenta la carga impositiva que sólo las grandes empresas pueden asumir. Por su parte, se busca compensar con beneficios a las PYME y personas informales haciendo al país menos competitivo, porque se le cierra la llave del progreso a la empresa mediana que con mayor escala pueda enfrentar a las grandes. Este “buenismo” comienza bien intencionado, pero indirectamente genera oligopolios, se pone un límite a la empresa pequeña con beneficios que el resto de las empresas no tiene y el resultado está a la vista: una deficiente productividad (una de las más bajas del mundo) y el surgimiento de la informalidad y la precariedad como el gran flagelo a combatir. La política ataca los oligopolios y los grandes, pero contraproducentemente cierra la llave a la competencia y productividad para inyectarle el deseado dinamismo que permite corregirlo en el tiempo.

Es importante mencionar que este flagelo tiene a Perú y Brasil con más del 50% de la población empleada en la informalidad y en países como Bolivia esta llega al 82% de acuerdo a la OIT. ¿Cómo se puede estructurar un Pacto Fiscal sin corregir que gran parte de la población está en un estado de precaridad con necesidades urgentes en salud, educación y jubilación sin un horizonte que permita corregirlo en el tiempo? ¿Es sostenible avanzar con una política pública si las urgencias impiden desnudar la importancia de no atacar unidos el problema de fondo? En Chile, según el último informe del INE, la informalidad llega peligrosamente al 27,4% de la fuerza laboral y las consecuencias de este creciente flagelo deben ser tomados en consideración al momento de priorizar los objetivos para reducirlo en el tiempo.

En relación a un eventual Pacto Fiscal, el Ministerio de Hacienda hizo un llamado a encontrar propuestas en donde, si queremos ser parte de un pacto importante y duradero, necesariamente debemos promover un entorno competitivo y más productivo en el que por medio de la inversión y dinamismo se logre revertir el curso. En este contexto, es de esperar que no se favorezca un Estado buenista cuyo flagelo termina en un entorno deficiente de inversión, competencia y productividad que consecuentemente genera mayor informalidad y menor recaudación tributaria. Sin dejar de considerar las urgencias de corto plazo, es hora de priorizar la importancia de la productividad y la informalidad como un tema fundamental a promover en cualquier reforma tributaria o Pacto Fiscal que se desarrolle, en donde la calidad de vida de las personas va a ser la gran protagonista de la sustantiva aplicación de esta política en el tiempo.

* El autor es consejero SOFOFA.

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