Columna de Pablo Allard: Des-censo

Censo


Ya contamos con los primeros resultados del Censo 2024, que evidencia los dramáticos cambios sociodemográficos que vive nuestro país, y lo poco que estamos planificando para enfrentar los desafíos que advierte.

Lo primero es que todavía no rompemos la barrera de los 20 millones. El total de población censada alcanzó los 18.480.432 habitantes, con solo un crecimiento del 5% respecto al censo de 2017, incluido el influjo de más de 1,9 millones de inmigrantes, los que crecieron en cerca de un 50% desde 2018.

Pero lo más llamativo es el rápido envejecimiento, la reducción del tamaño de las familias y la grave caída en la tasa de natalidad. Esta última descendió a su mínimo histórico, ubicándose por debajo de la tasa de recambio, mientras que la esperanza de vida aumentó a 81,4 años, similar e incluso superior a países desarrollados como Estados Unidos. El porcentaje de población mayor a 65 años se duplicó desde 1992, aumentando de 6,6% a 14% en 2024.

A la crisis geriátrica y natal se sumarán la crisis de salud mental y la ya desatada crisis de vivienda. El promedio de personas por hogar bajó de 4 en 1992 a 2,8 en 2024, y los hogares unipersonales pasaron de un 8,3% a un 21,8% en el mismo período. Esto es, 1,4 del total de 6,5 millones de hogares del país, por lo que la soledad se convertirá en una pandemia si no nos hacemos cargo de ella.

La reducción del tamaño de las familias y aumento de hogares unipersonales también desafía las políticas habitacionales, que hasta ahora priorizaron tamaño por sobre la cantidad. En los ochentas, la superficie mínima de las viviendas con subsidio era 37 m2, la que ha aumentado a cerca de 60 m2 por exigencia del Minvu. Pese a que estamos en una crisis habitacional y el déficit crece de manera dramática, gastamos más recursos en m2 que en el número de soluciones habitacionales.

Un último desafío es la tan buscada descentralización. La Región Metropolitana sigue siendo la más poblada, albergando al 40% de la población nacional, con más de 7,4 millones de personas, pero ya no lidera el crecimiento. Las regiones donde hubo mayor aumento de población fueron Arica y Parinacota, Tarapacá, Coquimbo y la del Libertador Bernardo O’Higgins, superando la tasa de crecimiento de la RM.

La pregunta aquí es ¿quién está planificando nuestro territorio futuro? Magallanes se estanca en 0%, pero hay que prepararla para el crecimiento explosivo que tendrá en caso de que se detone la industria del hidrógeno verde. En el otro extremo, Tarapacá es la que más crece, a una tasa de 11,8%. Pero, ¿qué pasará cuando la Pampa del Tamarugal se convierta en una potencia agroindustrial gracias a la desalación y recuperación de 2 mil litros de caudal por segundo a su acuífero? Se estima que haría cultivables más de 400 mil hectáreas de desierto, atrayendo a una población cercana a un millón de habitantes. Finalmente, más allá del turismo, la población de Aysén baja en 2,3%. ¿No será hora de pensar ideas radicales e incentivar la colonización e inmigración dada la diáspora ucraniana o palestina?

Por Pablo Allard, Decano Facultad de Arquitectura U. del Desarrollo

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