Columna de Paula Escobar: Cripto-nita

El chileno que invirtió en la criptomoneda $LIBRA que promocionó el presidente Javier Milei: “Perdí 6.000 dólares”


El incendio lo apagó con bencina.

El escándalo de la criptomoneda $Libra, como se sabe, partió el 14 de febrero, cuando el Presidente Javier Milei escribió en X: “Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. El mundo quiere invertir en Argentina”, afirmaba el posteo, link incluido. Miles de personas compraron la siguiente hora. Tras un peak, el valor se desplomó rápidamente. “La mayoría de los inversionistas perdió la camisa”, como dijo el Economist.

El cripto-gate se ha convertido en cripto-nita, en el primer gran escándalo del gobierno de Milei, y en una bola de nieve que no para de crecer. Y es que ha revelado varios de los puntos débiles de su modus operandi: el control de daños ha expandido el problema. Partiendo por la autocomplaciente explicación. Él dice que “no lo promocioné, solo lo difundí”. Pero convengamos, un presidente que “difunda” criptomonedas es algo bastante inédito. Que mantenga por horas su tuit -X-, para luego bajarlo, y que miles hayan perdido dinero, es otra situación insólita. Especialmente porque tanto el Presidente Milei como sus asesores -y algunos entusiastas funcionarios- han hecho gran alarde de sus conocimientos de economía.

Segundo, el no hacerse cargo de la responsabilidad de la situación. Como ha dicho Martín Lousteau, senador de la Unión Cívica Radical: “Milei o sabía que era una estafa o es ignorante, en ambos casos es grave”, afirmó. Milei les ha echado la culpa a los inversionistas de partida: “Si vas al casino y perdés plata, ¿cuál es el reclamo?”, dijo. Y cualquier cuestionamiento a él fue deslegitimado con insultos: “A las ratas inmundas de la casta política que quieren aprovechar esta situación para hacer daño les quiero decir que todos los días confirman lo rastreros que son los políticos, y aumentan nuestra convicción de sacarlos a patadas en el culo”, posteó.

Luego dice que actuó de “buena fe”. Pero cuando un funcionario suyo hace algo que no le gusta, lo echa en el acto; la lista es larga. Tampoco hay “buena fe” para los líderes no afines a su postura ideológica, a los que ha repasado sin límite alguno. Que desde el milismo -local y global- se le haya bajado el perfil a esta situación muestra el nivel de doble estándar con que se juzgan los dichos y errores propios versus los ajenos.

Lo peor fue la entrevista. Milei, que se ha permitido denostar al periodismo de su país sin filtro alguno, decidió dar una entrevista al canal TN para explicar este escándalo. (Dar esas explicaciones, a todo esto, es un deber de los presidentes, no es una concesión). Pero parece que el gobierno libertario no lo entiende, ni tampoco parece comprender por qué la libertad de prensa es un pilar de la democracia. Como ya es viral, en medio de la entrevista, el asesor estelar de Milei, Santiago Caputo, interrumpe, le habla al oído a Milei y le “pide” al periodista Jonatan Viale que repita la pregunta, para evitar “quilombo judicial”. Esa parte -la más relevante y decidora de la entrevista- no se emitió. Pero en la versión web se conoció completa, incluida esa escena, donde la libertad -de preguntar, de contrapreguntar, de cuestionar al poder en aquello que debe rendir cuenta- se va, literalmente, al carajo.

Otros asesores han salido a decir que fue una equivocación del asesor estrella, que el Presidente “se enojó” con él, que pecó de “excelencia” (esa explicación es para el bronce).

El caso ya está en fase de investigación por parte de la justicia argentina, y también de la Oficina Anticorrupción, a pedido del mismo Presidente Milei: “Que investigue a todos, hasta a mí mismo”, dijo. Pero más allá de lo que aquellas instancias establezcan, la responsabilidad política presidencial es evidente. El expresidente Mauricio Macri reaccionó con dureza. “Hemos visto a un presidente descuidado y mal rodeado”, sostuvo ante la prensa. ”No dudo de su honestidad, tengo una relación personal de afecto con él, pero tiene que rodearse mejor. Él ha quedado en el medio de una situación que ha sido una estafa para mucha gente, con lo cual esto amerita una investigación seria”, sostuvo el exmandatario.

Su preocupación es muy justificada: no solo afecta a LLA (La Libertad Avanza), sino de la centroderecha argentina tradicional, que apoya y habilita al gobierno de Milei, desperfilándose en la pasada. ¿No será que ellos también están “mal rodeados”? ¿Cómo queda la centroderecha argentina después de esto? ¿Cómo construir su propio perfil, lo que considera aceptable y no en política, cuando tiene que “bancarse” esto? Es la pregunta que las centroderechas del mundo deben hacerse, y contestarse, no solo respecto de Milei, y por cierto de Trump, sino respecto de sus imitadores, que siguen el mismo manual, en todas partes.

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