Columna de Paula Escobar: Después del 17/D: sueños posibles para salir del pantano
Pasó el 17 D y hay que volver a levantarse, trabajar y convivir. Y como quedamos más divididos que ayer, hay que repetir mil veces: se puede y se debe trabajar y acordar con personas que piensan distinto.
No es idealismo bobo, es pragmatismo en estado puro.
Lograr esto pasa por dos cosas: cambiar el lenguaje adversarial y elegir sacar adelante dos o tres proyectos transformadores y transversales a la vez, que queden fuera del ambiente de litigio y odio en que estamos sumidos.
En el lenguaje: evitar a toda costa conjugar el verbo “joder”, desterrar esa palabra del léxico para enfrentar desafíos electorales y políticos. Desatar odios no llevó a los ideólogos de la ultraderecha a ganar. Posplebiscito se requiere que ese modo y ese lenguaje se cambie por uno que permita converger y no alienar ni ofender ni denostar. Esto es válido para todas las fuerzas políticas, pero especialmente para las que patentaron la palabra en esta campaña.
La agenda: además de administrar y enfrentar decisivamente los “incendios” actuales (isapres, seguridad) con mejor gestión, el gobierno debe proponer, como decía antes, sueños compartidos y de gran posibilidad de transformación. Aquí van dos: aumentar el empleo femenino y mejorar la crisis educacional.
Vamos a lo primero: según la Casen, la pobreza tiene rostro de mujer y de niños y niñas en Chile. Eso es indesmentible. Sabemos, también, que el empleo femenino es la receta número uno para salir de la pobreza (Gosta Esping Andersen, gurú del estado de bienestar lo repite una y otra vez). Sabemos que la mujer que trabaja gasta casi todo su sueldo en sus hijos e hijas (no así los hombres). Según ONU Mujeres, el PIB mundial anual sería un 26% más alto en 2025 si las mujeres participaran en la economía igual que los hombres.
¿Qué les impide a las mujeres trabajar? Tener hijos pequeños. Son ellas quienes padecen mayor desempleo, como ha probado el estudio de Zoom de Género de Chile Mujeres y UDP. ¿Por qué? Porque no tienen quién se los cuide. En Chile está vigente este esperpento legal que solo le da el derecho a sala cuna a mujeres que trabajan en empresas con más de 20 mujeres. Entonces, sueño número uno: sala cuna universal. Es la principal política de un proyecto socialdemócrata y es una agenda también de la derecha: el gobierno anterior lo presentó y está en trámite. No esperemos más, ni nos perdamos en la diferencia ideológica del cómo. Con total pragmatismo, el gobierno debe sacar adelante esto, que bien podría ser su mayor legado.
Sueño dos, y relacionado con eso íntimamente: reactivación educativa pospandémica y reforma para que funcionen los SLEP. No se debe echar abajo el sistema de desmunicipalización, pero sí se deben hacer todas las reformas necesarias para que funcione. Niños y niñas no pueden esperar más para aprender a leer, a sumar y restar, para ir a clases y para tener los colegios limpios y un sistema en forma.
Empleo femenino, sala cuna universal, reactivación educacional urgente y prioritaria. Tres desafíos a los que nadie se opone y que, por tanto, no habría nada que pudiera justificar de cara a la ciudadanía no llegar a acuerdos.
Llegamos a acuerdo tantas veces antes. Dirán que era otro Chile, pero también hay dos ejemplos muy recientes, de distinto tipo y magnitud por cierto: el plan de vacunación pandémico y el salvataje de los Juegos Panamericanos. Espíritu Fiu, podríamos llamarlo. Hubo un problema, hubo un Estado que se puso a disposición, hubo una meta medible, rendición de cuentas periódico, y liderazgo idóneo y decidido. Se ordenaron las fuerzas y se llegó a la meta.
Podemos -debemos- hacerlo ahora para que las mujeres trabajen, los niños se cuiden y se eduquen. Y para que el país progrese y salga del pantano de una buena vez.